martes, 2 de julio de 2013

LA PRUEBA DE CAÍN Y ABEL

Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Génesis 4:3-5.

Caín y Abel, los hijos de Adán, eran muy distintos en carácter… Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer la Palabra de Dios. Conocían el medio provisto para salvar al hombre y entendían el sistema de ofrendas que
Dios había ordenado. Sabían que, mediante esas ofrendas, podían expresar su fe en el Salvador a quien estas representaban, y al mismo tiempo reconocer su completa dependencia de él para obtener perdón. Y sabían que sometiéndose así al plan divino para su redención, demostraban su obediencia a la voluntad de Dios y demostraban fe y dependencia del Salvador tipificado por estas ofrendas.
Los dos hermanos levantaron altares semejantes, y cada uno de ellos trajo una ofrenda. Pero Caín, desobedeciendo el directo y expreso mandato del Señor, presentó solo una ofrenda de frutos. No hubo señal del cielo de que este sacrificio fuera aceptado. Abel rogó a su hermano que se acercase a Dios en la forma que él había ordenado, pero sus súplicas crearon en Caín mayor obstinación para seguir su propia voluntad. Como era el mayor, no le parecía propio ser amonestado por su hermano, y desdeñó su consejo.
Abel trajo lo mejor de las primicias de su rebaño, conforme a las instrucciones del Señor. En el cordero inmolado, vio por la fe al Hijo de Dios, señalado para morir por causa de la transgresión de la Ley de su Padre. Dios respetó la ofrenda de Abel: descendió fuego del cielo y consumió la víctima. Caín ahora tenía una oportunidad de ver y reconocer su error… Y aquel que no hace acepción de personas respetará la ofrenda de fe y de obediencia…
La ofrenda de Abel había sido aceptada, pero esto fue así porque Abel había hecho cada detalle conforme Dios se lo requirió —Signs of the Times, 16 de diciembre de 1886; parcialmente en Patriarcas y Profetas, pp. 58-60.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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