domingo, 24 de enero de 2016

SAL EN EL VALLE

Acordaos de la mujer de Lot. Lucas 17:32.

Sodoma era tan malvada que los dos ángeles que visitaban la ciudad en forma humana casi fueron atacados por una multitud de hombres. Mostrando algo de la misma hospitalidad que su tío, Lot llevó a los forasteros a su casa, pero la multitud rebelde los siguió. Habrían derribado su puerta si los ángeles no los hubieran enceguecido a todos, de manera que no podían encontrarla. Volviendo hacia Lot, los huéspedes advirtieron: “¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; porque vamos a destruir este lugar” (Génesis 19:12,13). Lot se apresuró de cuadra en cuadra, golpeando en las casas de sus hijos. Ninguno de ellos lo tomó en serio. “Debes estar enfermo de la cabeza”, se rieron. “¿Huir de Sodoma? Eres demasiado supersticioso. Vuelve a la cama”.
Triste, Lot regresó a su casa y contó la historia. “Entonces, toma a tu mujer y a tus dos hijas, y huye”, los ángeles lo apuraron. Pero Lot daba vueltas. Le había llevado mucho tiempo conseguir toda esta riqueza. Además, simplemente no podía creer que la ciudad fuera tan mala. “Los mensajeros celestiales asieron de la mano a Lot, y a su mujer y a sus hijas, y los llevaron fuera de la ciudad. Allí los dejaron los ángeles y se volvieron a Sodoma para cumplir su obra de destrucción” (Patriarcas y profetas, p. 157).
Luego, el Señor se encontró con Lot. Jesús todavía tenía forma humana, como la había tenido cuando Abraham hablaba con él. ¡Ni en Sodoma, Gomorra o cualquiera de las otras ciudades de la planicie había siquiera 10 personas justas! El Señor le dio a Lot y a su familia una orden alarmante: “¡Corran por sus vidas! ¡Escapen a las montañas! ¡No quiero que ustedes sean consumidos por el fuego! Y, por favor, ¡no miren hacia atrás!”
El sol ya se había asomado, igual que cada mañana, y la gente de Sodoma estaba comenzando otro día de actividades. Los familiares de Lot se estaban riendo de su historia “loca” de los ángeles. De pronto, un destello cegador de intensa luz se abalanzó sobre la gente desprevenida, y toda el área se incendió como si hubiera estallado una bomba de hidrógeno.
Caminando arduamente por un sendero de la montaña, los pensamientos de la esposa de Lot daban vueltas en su mente.
¿Cómo podía abandonar a sus amigos, sus muebles y sus ropas finas en Sodoma? Amaba a Sodoma más que a Dios y, cuando sus qjos percibieron el destello de luz, desobedeció la advertencia de Dios y miró hacia atrás. Inmediatamente, su cuerpo se volvió blanco pálido y se convirtió en una estatua de sal.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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