domingo, 7 de febrero de 2016

REFORMATORIO

“El Señor se encariñó contigo y te eligió, aunque no eras el pueblo más  numeroso sino el más insignificante de todos”. Deuteronomio 7:7, NVI

Digamos que, como un amigo mío, eres el director de un reformatorio. ¿Qué haces con ese edificio carcelario lleno de niñatos rebeldes que han sido entregados por los tribunales al Estado para su disciplina y corrección?  Dado que tu misión es corregir a esos niños incorregibles, ¿cómo te vas a ganar su joven corazón? Todo dirigente sabe que, para ganarse a un grupo grande -sea pacífico o rebelde-, la clave está en acercarse a uno de sus integrantes. Eso quiere decir que en tu reformatorio primero debes ganarte la confianza de uno de esos adolescentes: chico o chica, no importa. Obviamente, querrías hacer contacto con un joven que tenga influencia para alcanzar a los demás.
¿Por qué? Porque la manera efectiva de ganarte el corazón de todos es ganarte primero el corazón de uno. ¿No es verdad? Así que debes elegir a uno de esos jóvenes rebeldes que parece tener un corazón que está abierto a ti como líder. Puede que lo veas en sus ojos o que lo percibas en la manera pensativa en que te escucha cuando parece que todos los demás te ignoran.  Así que te dejas caer por su habitación, o te acercas a la mesa en la que está almorzando y entablas conversación. Quieres ganarte su confianza; su lealtad, ¿verdad? Por eso, muestras alguna atención adicional con este que esperas que sea la clave para alcanzar a todos los demás.
Pregunta: ¿Tienes, con esto, favoritismos? 
Respuesta: No; tu simple estrategia es ganarte el corazón de uno para alcanzar la vida de muchos.
Había una vez un planeta rebelde, igual que el reformatorio, y la única forma en la que el Líder podía alcanzar a todos sus integrantes era elegir a uno de ellos. Y eso hizo Dios. Y los llamó “los elegidos”. Como declaró Moisés, “el Señor tu Dios [… ] te eligió para que fueras su posesión exclusiva” (Deut. 7:6, NVI). Sin embargo, ¿fueron elegidos porque tuvieran algo especial, física, económica, social, espiritual o moralmente? No. Moisés deja claro que los elegidos lo fueron entre los más insignificantes. De hecho, prosigue: “No por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz” (Deut. 9:6, NC).  ¿Te has despertado alguna vez con tortícolis? Resulta doloroso. ¡Pero Dios soporta el dolor de los elegidos por la pasión que tiene por salvar a todo el reformatorio!

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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