miércoles, 10 de febrero de 2016

¿YA ERES NADA?

Dios no puede hacer nada a favor de aquel que aún no es nada. Martín Lutero

¿Has hecho algún curso de socorrismo? Yo hice varios en campamentos de verano y aprendí técnicas muy útiles para salvar vidas. Una de ellas es la que utiliza Dios con nosotros.
Cuando una persona se está ahogando, hace todo lo que está en su mano para obtener aire. Consciente de que del aire depende su vida, mueve los brazos sin control, patalea desaforadamente, emplea todos los recursos de que dispone para mantenerse a flote. Se vuelve muy difícil rescatarla, porque no se deja llevar confiadamente por nadie. Eso es lo que hacemos la mayoría. Creyendo que nuestra vida depende de lo que tenemos, luchamos con todas nuestras fuerzas, empleamos todos los métodos y recursos que conocemos para aferramos a la calidad de vida que gozamos. Para Dios, lo que hacemos es dar manotazos y patalear desaforadamente tratando de mantener una bocanada de aire de la que nos parece que depende todo, pero que no nos dará la vida eterna.
Sabiendo que nuestros esfuerzos conducen a una muerte segura, Dios desea entrar en acción para salvamos de nosotros mismos, que no nos dejamos rescatar. Entonces, el gran Salvavidas, conocedor de todas las técnicas para llevar a cabo un rescate con éxito, solo tiene dos opciones: 1) Esperar a que la persona se vaya quedando sin fuerzas para sacarla del agua cuando ya no puede oponer resistencia, o 2) darle un golpe para que deje de luchar y simplemente confíe.
No habrá esperanza para el alma que se ahoga en este mundo de pecado hasta que la persona se rinda y tenga claro que por sí misma no logrará salvarse de la muerte y, entonces, se entregue confiadamente en los brazos de su Salvador. Cuando un pecador se queda sin fuerzas y acude a Jesús; cuando se rinde y comprende que no hay nada que él pueda hacer para alcanzar su propia salvación, Dios halla su momento propicio para intervenir. Por eso, “no hay nada que parezca más impotente que el alma que siente su insignificancia y confía plenamente en Dios, y en realidad no hay nada que sea más invencible” (Profetas y reyes, cap. 13, p. 116).
“Dios dice: ‘En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé’ ” (2 Cor. 6:2, NTV). Escucha su voz y déjate rescatar. No opongas resistencia.

“Dios dice: ‘En el momento preciso, te oí. En el día de salvación te ayudé'” (2 Cor. 6:2, NTV).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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