domingo, 27 de marzo de 2016

DIOS COMO ARQUITECTO

Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Éxodo 25:8.

Mientras Moisés estuvo en la montaña, recibió instrucciones completas para construir un lugar muy especial a fin de que Dios se encontrara con su pueblo. No era romo ninguna iglesia que vemos hoy, pero era una copia en miniatura del Santuario celestial mismo.
El modelo que recibió Moisés fue reducido a una tienda de alrededor de 55 pies [16,7 m] de largo por 18 pies [5,5 m] de ancho y alto, con cortinas alrededor del patio. El Tabernáculo, como se lo llamaba, no tenía ventanas, ni bancos, ni pulpito, ni un lugar especial para el coro, o un bautisterio. Había solo dos habitaciones con cuatro muebles.
La entrada en el extremo oriental conducía a una habitación oblonga llamada Lugar Santo. Más allá de este, estaba el Lugar Santísimo, una habitación perfectamente cuadrada dividida por una hermosa cortina, o velo.
Como el Santuario iba a representar el glorioso lugar de Dios en el cielo, nada «dentro era lúgubre. Las tablas que formaban las paredes de la tienda estaban recubiertas de oro, y las cortinas y el techo eran de lino fino torcido, de los más preciosos colores: azul, púrpura y escarlata. Había dibujos de ángeles en las cortinas, cosidos hábilmente con hilos de oro y plata, para representar a los ángeles reales del cielo. En el lado sur del Lugar Santo, el candelabro se alzaba con siete velas, cuya luz reflejaban continuamente las paredes enchapadas en oro. La mesa de los Panes de la Proposición estaba en el lado norte, y el Altar del Incienso se ubicaba justo en el centro, ante el velo que conducía al Lugar Santísimo. Estos muebles estaban cubiertos con oro puro.
Una luz, mucho más brillante y más hermosa que la del candelabro, procedía del interior del Lugar Santísimo y brillaba por sobre el velo, hacia el Lugar Santo. Era la presencia misma de Dios, llamada Shekhiná. El Arca del Pacto era el único mueble que había en el Lugar Santísimo. Era un cofre hecho de madera de acacia cubierto de oro, con una tapa de oro sólido, llamada Propiciatorio, y un ángel de oro en cada extremo. Entre estos dos ángeles con sus alas extendidas hacia el centro y sus cabezas mirando hacia abajo, brillaba la gloriosa luz de la Shekhiná.
El Tabernáculo, diseñado por Dios mismo, tenía que ser el centro de atracción de todo el campamento de Israel. Dios quería algo más para estar con su pueblo, y esta era la manera en que lo haría. Además, una vez que estuviera allí, le mostraría a su pueblo amado la maravillosa manera en que estaba planeando salvarlos del pecado y la muerte, y el alto costo que pagaría para hacerlo.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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