martes, 1 de marzo de 2016

NO MÁS EXCUSAS

El que confía en Jehová será exaltado. Proverbios 29:25.

Se le dio a Moisés dos señales milagrosas para convencer al pueblo de que Dios lo había enviado: ver una vara convertirse en serpiente y luego volver a ser vara, y ver la mano de Moisés llenarse de lepra y luego curarse instantáneamente. Esto debería haber acabado con todas las dudas. Pero, el Señor conocía los corazones de algunas de las personas.
“Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra” (Exodo 4:9).
Como los egipcios adoraban el Nilo, el poder de convertir su agua vital en sangre demostraría que el Dios de Moisés tenía poder sobre todo Egipto. Después de ver esto, los israelitas sabrían que Dios era superior al dios del Nilo y los mismos egipcios aprenderían a respetarlo.
Moisés se estaba por convertir en el primer profeta y hacedor de milagros enviado al pueblo de Dios. De esta manera, iba a ser como Cristo. Sin embargo, Moisés todavía no quería el trabajo. Dios le había asegurado que la ayuda divina estaría con él y le había dado estas señales, pero Moisés todavía se resistía.
“Soy tan tardo para hablar”, se quejó ante Dios. “No soy elocuente”.
El Señor, entonces, lo tranquilizó diciéndole que estaría con él y que le enseñaría lo que tendría que decir.
“Por favor, consigue a alguien más”, rogó Moisés.
Hasta ahora, todas las excusas de Moisés se debían a una verdadera humildad, pero después de que Dios le había dado todas las señales y las promesas, esto era demasiado. Mostraba desconfianza en Dios. Retroceder del deber ahora hacía que Dios se viera como incapaz de ayudarlo a realizar la gran tarea. También implicaba que Dios podría haber cometido un error al seleccionarlo.
“Dios le indicó a Moisés que se uniese a su hermano mayor, Aarón, quien, debido a que había estado usando diariamente la lengua egipcia, podía hablarla perfectamente. Se le dijo que Aarón vendría a su encuentro” (Patriarcas y profetas, p. 259).
Luego, Dios ordenó a Moisés que fuera. Y al ir, Moisés mostró su confianza en las promesas de Dios. Esto es lo que Dios quiere de ti y de mí.
Cuando confiamos en sus promesas sin cuestionar nada, nunca podemos fallar. Estamos perfectamente seguros con él.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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