jueves, 5 de mayo de 2016

LA LUZ DEBAJO DE LA PUERTA

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5

Edwina Humphrey Flynn, cantante de música clásica de gran talento de la ciudad de Nueva York, fue nuestra invitada en la Iglesia Pioneer Memorial en un concierto nocturno, durante el cual relató el incidente siguiente. Era su primer día en el Conservatorio de Nueva York, y al comienzo de aquella mañana oró para que Dios brillase, a través de ella, para todas las personas a las que viera. Subida en el metro atestado a primera hora de la mañana hasta el centro de Nueva York, fue aprisa hasta el conservatorio para sus clases de música. Semanas después, en un día libre (con los demás estudiantes ausentes), Edwina ensayaba sus ejercicios vocales en una de las salas de práctica del conservatorio. De repente, creyó oír voces distantes, voces enfadadas, que se acercaban y se hacían más sonoras al ir avanzando por el vacío pasillo. Contuvo el aliento hasta que, por ñn, pareció que la furia se encontraba al otro lado de su puerta. A continuación, de un porrazo, la puerta de su sala se abrió completamente y entraron en tropel cuatro individuos que, según resultó, eran, como ella, alumnos de música del conservatorio. “¡Sabía que estabas aquí!”, anunció un joven triunfalmente. Resultaba que estaban discutiendo cuál era más poderosa para el bien, la “magia negra” o la “magia blanca”. Eran un grupo de brujas y hechiceros jóvenes, que debatía los “valores” de lo oculto.
Edwina, recuperándose de su entrada por sorpresa, estaba perpleja. “Pero, ¿qué tiene que ver eso conmigo? ¡No sé nada sobre la magia negra ni sobre la blanca!” Ante esto, el joven portavoz señaló que la había visto bajarse del metro el primer día de clase. “Había una luz resplandeciente que te rodeaba y parecía ir por delante de ti”. Incrédula, ella preguntó cómo supieron encontrarla en el conservatorio vacío. “Estábamos fuera del edificio hace unos minutos, discutiendo, cuando observé una luz inusual que brillaba desde debajo de la puerta. La reconocí como la misma luz que te rodeaba aquel día. Sabía que tenías que estar dentro”.
¡Qué testimonio tan gráfico y fascinante de lo que puede ocurrir cuando una persona elige vivir para Jesucristo con pasión! Al parecer, los elegidos pueden llegar a estar tan repletos del amor de Cristo que este ¡brille por medio de ellos incluso al bajarse del metro! Es lo que sucede cuando a la promesa “Permaneced en mí, y yo en vosotros” (Juan 15:4) se une la oración “Cristo, brilla en mí, que tu luz yo pueda reflejar”, la promesa y la oración debidas para los elegidos hoy.

Tomado de Lecturas devocionales para Adultos 2016
EL SUEÑO DE DIOS PARA TI
Por: Dwight K. Nelson
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