miércoles, 18 de enero de 2017

EL CAMINO MÁS LARGO

“Cuando el faraón dejó salir al pueblo israelita, Dios no los llevó por el camino que va al país de los filisteos, que era el más directo, pues pensó que los israelitas no querrían pelear cuando tuvieran que hacerlo, y que preferirían regresar a Egipto” (Éxodo 13:17).

Después de manejar como loca por la ciudad durante más de una hora, me sorprendí al encontrarme entrando a mi propia casa. Mi hermana y mejor amiga, Alicia, me había vendado los ojos con la promesa de una cita misteriosa y me había llevado en círculos alrededor de la ciudad pasando por docenas de barrios. Cuando finalmente el auto se detuvo, atravesé una puerta y el olor característico de mi casa llegó a mi nariz. Estaba confundida, hasta que me quitaron la venda de los ojos. Estaba en mi propia sala, rodeada de un grupo de familiares y amigos que gritaban: “¡¡Sorpresaaaaal!” Era una fiesta sorpresa porque me iba a la universidad, y era ¡en mi propia casa! Todo el mundo estuvo riéndose y comentando el resto de la noche cómo había tomado el camino más largo para llegar a casa. Tanto deambular había sido por una buena razón. Si tan solo me hubieran dado la vuelta un par de veces por las calles cercanas, yo habría sabido dónde estaba todo el tiempo y la sorpresa no habría funcionado.
Cuando finalmente el faraón dejó salir a los israelita de Egipto, Dios no los llevó por el camino más corto, porque habrían tenido que pasar por un país enemigo y, definitivamente, habría habido una guerra. Dios conocía la debilidad de sus corazones, que quizá no hubieran podido soportarlo y habrían querido regresar a Egipto. Así que los llevó por el camino más largo, a través del desierto, hacia el Mar Rojo que, aparentemente, era un callejón sin salida. Sin embargo, tenía un plan que ellos no conocían: abrir el mar para que lo atravesaran en seco.
Tal vez has sentido que Dios te está llevando por el camino más largo. Tal vez no estás seguro de por qué las cosas no han salido diferentes, o mejor, o más rápido. Pero confía en él. Él conoce las debilidades de tu corazón mejor que tú. Aunque los atajos parezcan mejores, quizá los resultados no lo son. Confía en la ruta que él está marcando para ti. Recuerda, su meta es llevarte a tu casa, a tu verdadero Hogar: ¡el cielo! MH

Tomado de lecturas devocionales para Adolescentes 2017
FUSIÓN
Por: Melissa y Greg Howell
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