viernes, 28 de febrero de 2020

¿Y LOS TUYOS?

«Quien no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe y es peor que los que no creen» (1 Tim. 5: 8).

Un anciano visitaba cada día a su esposa en el asilo donde había tenido que internarla por causa de esa terrible dolencia llamada alzhéimer. Ella no recordaba nada ni reconocía a nadie, y se había vuelto imposible cuidarla en la casa. Pero una cosa era no poder cuidar bien de ella y otra bien distinta era abandonarla a su suerte. Él almorzaba junto a ella todos los días en el asilo, y conversaba de cualquier cosa que se le ocurriera. Con frecuencia, amigos y familiares le preguntaban:
¿Por qué sigues yendo a estar con tu esposa todos los días, si ella ni si­quiera te reconoce?
Porque aunque ella no me reconozca a mí, yo sí la reconozco a ella. No solo eso, sino que además, la amo —respondía siempre él.
Hemos hablado mucho este mes acerca de ayudar al prójimo, de ser gene­rosas con los pobres, de comprometernos con el servicio a la humanidad, pues el mundo es un lugar hostil. Y hoy quiero añadir algo más a todo esto: si sabemos hacer lo bueno con las personas de afuera porque hemos aprendido a ser solidarias, cuánto más hemos de pensar en los de dentro, en aquellos que son nuestra responsabilidad: padres, cónyuges, hijos, nietos, hermanos... Hoy es un día perfecto para preguntarnos: ¿Cuánto tiempo dedico a mis familiares y seres queridos? ¿Qué obras de amor y solidaridad hago a favor de ellos?
Según 1 Timoteo 5: 8, la persona que «no se preocupa de los suyos, y sobre todo de los de su propia familia, ha negado la fe». Esta es una importante ad­vertencia para nosotras sobre el peligro de ayudar a los de fuera a costa de olvidar a los de dentro. Nosotras somos el pilar de nuestra familia; nuestros brazos son los que buscan nuestros hijos y nuestro oído es el que necesita nuestro cónyuge; no dejemos de proveer para ellos.
Que tus hijos nunca lleguen a orar la oración de un pequeño, que decía: «Señor, quisiera convertirme en televisor, para vivir lo que vive la tele de mi casa: reunir a los miembros de mi familia a mi alrededor, ser tomado en cuenta cuando hablo y convertirme en el centro de atención». Tú eres una pieza clave en tu hogar que no puede estar ausente.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA DAMAS 2020
UN DÍA A LA VEZ
Patricia Muñoz Bertozzi
Lecturas Devocionales para Mujeres 2020.

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