jueves, 20 de agosto de 2009

PÍDELE A ÉL

Escucha, oh Dios, mi oración; no pases por alto mi súplica (Salmo 55: 1).

Es posible que en algún momento te hayas sentido frustrada, triste y derrotada en cuanto a la forma en la que educas a tus hijos, ya que es una de las tareas más difíciles que puedes tener como mujer; y si trabajas, esto lo hace todavía más difícil. Mi madre siempre fue una mujer que se dedicó a trabajar para sostener a sus siete hijos. Yo nunca entendí cómo es que le daba tiempo para estar con nosotros y darnos enseñanzas de Jesús y, al mismo tiempo, trabajar tan arduamente. Actualmente, ella tiene ochenta y nueve años de edad y desde que era niña y hasta la fecha siempre ha sido una mujer consagrada a Dios. Desde que la recuerdo ha sido fiel al Señor. Incluso, cuando yo era una jovencita, ella nos exigía ir constantemente a la iglesia y hacer lo recto ante los ojos de Dios. Eso a mí me disgustaba mucho. En esos momentos hubiera querido tener un poco más de «libertad». No entendía por qué mi madre se empeñaba tanto en que asistiéramos a la iglesia. Para comprender los nobles motivos de mamá tendrían que pasar 26 años, en ocasión del nacimiento de mi primera hija. Su llegada despertó en mi vida un profundo sentido de la responsa­bilidad y un ferviente deseo de protección, cuidado y atención para mi bebé. Todo eso me ayudó para acercarme mucho a Dios. Hoy tengo tres hijas y no he dejado de rogar a Dios para que me dé la sabiduría que necesito para instruirlas en el buen camino. Al igual que mi madre, yo también trabajo y, sin importar lo pesado de mis tareas, me he empeñado en que mis hijas asistan a la iglesia y tengan temor de Dios. Hasta aquí él ha contestado mis súplicas por instruir a mis hijas bajo los principios divinos. Si eres madre y sientes que no lo estás haciendo bien y que las presio­nes del trabajo y el hogar son muchas, pide hoy ayuda de lo alto y verás que él te ayudará. Gozarás de grandes bendiciones al igual que tus hijos.

María del Rosaría Quintero
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

PLANEAR LOS MOVIMIENTOS ADECUADOS

Por eso, dispónganse para actuar con inteligencia; tengan dominio propic pongan su esperanza completamente en la gracia que se les dará. 1 pedro 1; 13, NVI

Los campistas y el personal de Camp Au Sable se alineaban a lo largo del muelle mientras Chuck Knorr, el saltador olímpico, avanzaba hada el extremo del trampolín. Se dio la vuelta y quedó de pie sobre el borde del trampolín, dando la espalda al agua. Estiró los brazos y cerró los ojos. Durante unos segundos permaneció inmóvil. De repente, saltó del trampolín, se dobló y se enderezó de nuevo antes de entrar en el agua sin ninguna salpicadura.
Cuando se le preguntó por qué había cerrado los ojos antes de saltar, Chuck explicó que practicaba los saltos mentalmente antes de dejar el trampolín.
—Programo el cerebro para que cuando empiece el salto mi cuerpo haga automáticamente los movimientos adecuados.
El éxito de Chuck dependía de la preparación que hacía antes de saltar del trampolín. Los jóvenes también deben prepararse. No para saltar desde un trampolín, sino para las cosas que lo inciten a hacer los chicos de su edad. ¿Sabes qué harías si:
  • alguien te ofreciese un cigarrillo o una bebida alcohólica?
  • un amigo te invitase a ver una película indecente?
  • un compañero de clase te pidiese que lo ayudases a copiar en un examen?
Sin una planificación previa, será casi imposible que hagas lo correcto. Harás lo más fácil y no lo que es correcto. Pero si, previamente, has decidido cómo te enfrenta­rás a la tentación, puedes estar preparado, como Chuck. Para hacer los movimientos adecuados.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

LA IMPORTANCIA DE LOS BUENOS PROPÓSITO

Por eso oramos siempre por vosotros que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamado, y mediante su poder cumpla todo buen propósito vuestro y todo acto impulsado por vuestra fe. 2 Tesalonicenses 1:11

Este texto tiene una lección para nosotros hoy. Primero, el apóstol ora para que los tesalonicenses sean dignos del llamado de Dios. Dios nos llama a una vida santa, a salir del mundo y a estar separados de él. Nosotros debiéramos ser dignos de ese llamamiento. Pero también pide a Dios que se cumpla el buen propósito del corazón de los tesalonicenses. Aquí se refiere a todo buen deseo de los hijos de Dios. Pablo ora para que Dios «cumpla», es decir, lleve a término completamente, toda aspiración hacia el bien que experimenten sus conversos. Uno de los deseos mal arraigados de los cristianos, por el cual oran fervientemente, es ser hallados «sincero» e irreprensibles para el día de Cristo» (Fil. 1:10). Ese buen propósito lo cumplirá Dios con su poder cada día de nuestra vida. También existen los buenos propósitos y objetivos de la vida. Los cristianos tienen objetivos dignos en su trabajo, en su carrera, en su negocio, en su familia, en su matrimonio. Y Dios también quiere ayudarnos a alcanzarlos. ¿Cuáles son los objetivos tu vida, además de tus importantes objetivos espirituales? Ponlos ante Dios en oración Dios quiere ayudarnos a superarnos en este mundo, también en lo que respecta a los importantes asuntos de la vida humana. Al respecto, dice Leigh Steimberg en su libro Winning With Integrity [Ganar con integridad]: «Sea que usted represente a una empresa o que sea un empleado, un padre que está tratando con sus hijos, o un esposo o una esposa tratando con su cónyuge, antes de comenzar cualquier discusión que pueda llevar a una decisión efectiva, es sumamente importante sentarse y pensar cuidadosa y exactamente en lo que usted quiere. No en términos vagos. No en términos generales medio cocinados, sino tan precisa y específicamente como sea posible». ¿Ya has definido con toda precisión lo que quieres en la vida espiritual? ¿Qué tan claros son tus objetivos espirituales? ¿Ya sabes lo que quieres lograr en tu vida cristiana? ¿O son vagos y difusos tus objetivos en la lucha a muerte contra el pecado? Pablo tenía objetivos espirituales claros cuando dijo: «Trato severamente a mi cuerpo, y lo someto a disciplina, no sea que, habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado» (1 Cor. 9:27). ¿Y tus objetivos en la vida? Tu familia, tu carrera, tu negocio, tu oficio, ¿tienen objetivos bien definidos? Recuerda que Dios cumplirá con su poder «todo buen propósito vuestro».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

miércoles, 19 de agosto de 2009

EL PODER DE LA ORACIÓN - 2

El Señor aborrece las ofrendas de los malvados, pero se complace en la oración de los justos (Proverbios 15: 8).

Recientemente, mi hermana Elena solicitó una beca de estudios para una residencia médica; aprobó el competido examen nacional y me pidió que la acompañara a la Ciudad de México para continuar los trámites requeridos: examen de Certificación médica ante la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), examen psicométrico, entrega de documentos en el hospital de la residencia y finalmente el examen médico. El hecho de haberse trasladado de una ciudad al nivel del mar a la Ciudad de México y el estrés hicieron que presentara cifras ligeramente altas de presión arterial. Una doctora de mucha antigüedad en el servicio de medicina del trabajo fue quien la atendió haciéndole el siguiente comentario: «No debería yo estar aquí, mi turno terminó, y todavía tengo que atenderla». Al examinarla le comentó: «Yo en su lugar ya no estudiaría, mire nada más lo alto de su presión arterial». No resolvió nada acerca del examen y le indicó que regresara al día siguiente para comentar el caso con sus jefes; todo hacía suponer que su dictamen seria desfavorable para Elena. Por la noche, al iniciar mis oraciones, le comenté: «Voy a pedirle al Señor que nos ayude, que se haga su voluntad y que te conceda lo que sea lo mejor para ti y tu familia, y acataremos su voluntad». Nos arrodillamos y le suplicamos a Dios que le diera paz al corazón de la doctora que la atendió, pensábamos en que algún pesar debería tener que la hacía sufrir y no disfrutar de su trabajo. A la mañana siguiente, la doctora recibió a Elena muy amablemente, su semblante era otro. Luego le comentó que su mamá estaba enferma, que tenía cáncer, y que atravesaba por una serie de problemas laborales, también se disculpó por su comportamiento del día anterior. Además le preguntó a Elena: «Doctora, ¿qué me hizo usted que anoche no podía conciliar el sueño pensando en usted, y poco después caí en un profundo y reparador sueño que no había tenido en mucho tiempo?» Elena le respondió: «Solamente oramos a Dios por usted». Se despidieron y prometieron volver a verse cuando estudiara en su residencia. Al salir de la oficina de la doctora me contó lo sucedido. Le dije que para Dios no hay imposibles.

Luz María Figueroa Zambrano
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

EL VIAJE AL CIELO

No tengan miedo ni se asusten [...] porque esta guerra no es de ustedes sino de Dios. 2 crónicas 20: 15

En su libro el peregrino, John Bunyan cuenta la historia de Christian, un hombre que decide dejar su casa en la ciudad de Destrucción para ir en busca de un lugar maravilloso llamado Ciudad Celestial. A lo largo del camino, Christian se encuentra con una prueba tras otra. Cae en el Pozo del Desaliento, cruza la Feria de las Vanidades y pasa un tiempo en el Castillo de la Duda. Parece como si, tan pronto consigue salir de una dificultad, se metiese en otra. La historia de Bunyan es nuestra historia. Los que hemos empezado el increíble viaje descubriremos que no es un paseo por el parque. Toda nuestra vida será una serie de altibajos. Pero, como Christian, debemos seguir avanzando. Satanás intentará que abandonemos, que nos rindamos. Querrá convencernos de que si fuésemos cristianos de verdad no nos sentiríamos tentados a hacer el mal y, por supuesto, no cederíamos a la tentación. Pero ser cristiano no tiene nada que ver con vivir una vida perfecta. Tiene que ver con ser amigos del Único que vivió esa vida perfecta por nosotros. Cada vez pongas la vista en tus actos para ver si lo haces cada vez mejor, te desanimarás. Hacer una lista de tus fracasos tampoco te ayudará. La única manera de cambiar dejar de luchar contra el pecado valiéndote de tus propias fuerzas. Nuestra tarea no es combatir el pecado. No podemos hacerlo porque Satanás nos supera en todo. Pero podemos pedirle a Jesús que combata el pecado por nosotros. Nuestra parte es tomar la decisión de poner a Jesús en primer lugar. Cuando eso suceda, el poder de Satanás sobre nosotros desaparecerá.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

¿DE QUÉ TAMAÑO ES TU DIOS?

Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos. Salmo 128: 1

Según las Sagradas Escrituras, las personas felices son las que reverencian al Señor, las que experimentan en su presencia un sagrado temor. La Biblia da por sentado que todos creemos en Dios, y hace hincapié, sobre todo, en la forma en que respondemos a esa creencia en la existencia del Creador de todas las cosas. ¿Permitimos que Dios sea como realmente es: digno de adoración, soberano y dueño del universo, majestuoso y santo, vasto y maravilloso? ¿O intentamos frecuentemente reducirlo al tamaño de nuestra propia mente? ¿Insistimos en confinarlo a los límites de nuestra propia comodidad y rehusamos pensar en él de otra manera que no sea compatible con nuestro estilo de vida? Conversaba con el autor de una de las columnas periodísticas más leídas en El Salcador y me decía un tanto incómodo, hablando de un predicador famoso en ese país: " Ese pastor ha hecho un Dios a su medida, un Dios del tamaño de sus razonamientos, de sus ambiciones, metas, deseos, gustos, e intereses; un Dios sujeto a sus caprichos personales»; ¿De qué tamaño es tu Dios? Muchos tienen un Dios diferente del que se revela en las Escrituras. No es el Dios de la creación, el Dios que, aunque todo lo trasciende, condesciende a tratar de manera personal a cada una de sus criaturas. Es, más bien, una reproducción barata creada a su imagen, generalmente con fines comerciales. ¿Qué puede protegernos de ese concepto blasfemo del Dios todopoderoso? La Biblia enfatiza la necesidad de temer a Dios no para atemorizarnos, sino para atraer nuestra atención a su grandeza y poder. Si andas en los caminos del Señor, estarás dispuesto a obedecer sus órdenes y ejecutar todas sus obras. Serás obediente a su mandato: «Este es el camino, andad por él» (Isa. 30:21). Irás a donde él te ordene acudir, y no irás a aquellos lugares que él prohíbe visitar. Seguirás sus indicaciones, obedecerás sus normas, actuarás de acuerdo a los valores del cielo y no según las circunstancias. Tendrás una disciplina espiritual que practicarás cada día, y una relación personal con él que desarrollarás constantemente. Transita hoy por los caminos del Señor. Se supone que debes ser perfecto y no cometer errores, pero hay provisiones divinas si no alcanzas ese ideal (1 Juan 2: 1). Guarda sus mandamientos y serás dichoso. Reverencia al Señor y tendrás un final feliz. El camino es sencillo; transita por él.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

martes, 18 de agosto de 2009

EL PODER DE LA ORACIÓN - 1

¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore. ¿Está alguno de buen ánimo? Que cante alabanzas (Santiago 5: 13).

Hubo una etapa en mi vida en la que yo vela pasar los días de una manera muy triste. El estrés de una vida sin Cristo y el exceso de trabajo, me llevaron al deterioro de mi salud física, mental y emocional. Me atormentaba un tic nervioso, insomnio, gastritis, hipertensión arterial, además de conflictos emocionales. Postrada en la cama de un hospital naturista, comenté con mi compañera de habitación mi sentir; al verme tan agobiada, y sin poder contener el llanto, me dijo: «Ven, arrodíllate conmigo, vamos a orar». Mi esposo me internó en el hospital un día domingo. Él trabajaría a quince minutos de allí y me buscaría al final del tratamiento, diez días después. Pasaron dos días después que él me internó cuando hicimos la oración con gran fervor, y le pedimos al Señor una respuesta de acuerdo a su voluntad. Ese día, después de orar, la oración trajo una gran paz a mi corazón, enjugó mi llanto e inmediatamente dejé mi pesar y mi preocupación a los pies de Jesús. Continuamos con nuestras actividades, y media hora después tocaron a la puerta. Pregunté a mi compañera: —¿Esperas a alguien? —No, tal vez sean de la administración del hospital —respondió mi amiga. —¡Es mi esposo! —¡Hola, mi amor! Me acordé que te gusta el pan de elote y sentí muchas ganas de venir a verte y traerte uno. Sé que había quedado de venir a verte dentro de ocho días, pero no resistí la idea de verte hoy. De inmediato se des­pidió dándome un beso. Cuando escuchó eso mi compañera, me comentó: «¡Qué rápido respon­de Dios! ¿Verdad?» Había transcurrido menos de una hora después de haber hecho la oración. Entonces di gracias a Dios, le pedí que nos uniera más, y desde entonces, jamás he dudado del amor de Dios, del amor de mi esposo y del poder de la oración. Recuerda siempre: «¿Está afligido alguno entre ustedes? Que ore» (Sant. 5: 13).

Luz María Figueroa Zambrano
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

¿QUÉ LEES?

El hacer muchos libros no tiene fin, y el mucho estudio cansa. Eclesiastés 12: 12

Me encanta ir a las ventas de garaje. Hace unos años, de camino, al aeropuerto, me detuve en una casa. La mujer que estaba en la caja me preguntó qué buscaba. Le dije que me gustan los libros. —Tengo muchos a la venta. —dijo, apuntando hacia las cuatro bolsas de la compra repletas de grandes novelas románticas. —A usted le debe de encantar la lectura —comenté. —Es lo único que hago —rio—. Leo uno al día. Quise replicar: «Eso es muy malo». Pero no lo hice. Alguien dijo: «No tengo tiempo para leer buenos libros, solo puedo leer los mejores». Hace treinta años se calculaba que la nueva información se acumulaba a razón de dos mil páginas mecanografiadas por minuto. Si alguien quisiese leer todo ese material, aunque lo hiciese durante veinticuatro horas al día y cincuenta años, llevaría un retraso de un millón y medio de años. Eso era en los años setenta del siglo pasado, antes que apareciesen las modernas computadoras. ¡Piensa en cuánta información se genera hoy en día! Se cree que el total del conocimiento impreso se dobla cada ocho años y que en los últimos treinta años se ha producido más información nueva que en los anteriores cinco mil. Con tanta información esparcida por ahí, tienes que tener mucho cuidado con lo que eliges. Cuando tomes un libro o una revista, pregúntate si leerlo te moverá a ser una persona mejor. ¿Te enseñará una habilidad útil? ¿Marcará una diferencia positiva en la vida? O, ¿solo es entretenimiento? O, peor aún, ¿es algo que podría interferir tu amistad con Dios? Cuando te tomes tiempo para leer, no lo hagas por nada que no sea lo mejor.

Tomado de la Matutina El viaje Increible.