miércoles, 17 de febrero de 2010

VENID A MÍ

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas (Mateo 11:28, 29).

En una de las paredes de nuestro comedor tenemos una copia del cuadro de J. Reed de las manos de Jesús titulado: "Venid a mí". Nos lo regaló nuestra hija hace muchos años, pero su ruego nunca decae. No importa desde qué ángulo se lo mire, las manos están extendidas hacia el observador. La mano derecha está curvada, como recalcando la invitación: "Venid". La mano izquierda está extendida, con la palma hacia arriba, como si estuviera dándonos ánimo.
En la vida diaria, llena de trabajo, a menudo observo las manos y recuerdo que él me invita a estar en su presencia. Sin embargo, recientemente comencé a mirar las manos de manera diferente: como manos que dan y reciben. Veo una de las manos abierta y extendida marcada con la cicatriz de un clavo, que nos ofrece perdón, dones, gracia, resistencia y suplir nuestras necesidades. Pienso en las palabras del himno basado en Lamentaciones 3:23: "Grande es tu fidelidad".
La mano derecha está curvada para recibir y atesorar los dones que yo le entrego a él: mi corazón, mis oraciones, mi alabanza y mi vida. Cuanto más visualizo las manos de Cristo invitando, ayudando, dando y recibiendo, tanto más me gozo en mi sentido de pertenencia a él. Creo que aquí se centra nuestra más grande necesidad como seres humanos: saber que pertenecemos a Dios y que él nos ama con todo el corazón. Este es el verdadero descanso. Podemos soportar todas las cosas, no importa cuan cansadas estemos física o emocionalmente, cuando sabemos que él está con nosotras, y nosotras con él.
"Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré ? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? [...] Una cosa he demandado a Jehová, esta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo" (Sal. 27:1,4). Cuando entendemos que Cristo da y recibe, entonces nosotras también comenzamos a dar y recibir. Luego encontramos paz para nuestras almas. Jesús, el Manso y Humilde, te invita hoy a llevar su yugo diciéndote:
Venid a mi.
Lois Rittenhouse Pecce
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer

Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

LIBERADOS DEL PECADO

Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia Por sus heridas ustedes han sido sanados. 1 Pedro 2: 24
El razonamiento de este texto tiene su punto de partida desde el versículo 20 donde se presenta al cristiano la realidad de un ambiente que no es propicio para su fe y su crecimiento espiritual.
En seguida es presentado Cristo como ejemplo de sufrimiento, integridad, sumisión y compasión.
Viana Vidales cumple años el día de hoy. Esta joven tiene una comprensión clara de lo que significa el gran conflicto. «Actualmente vivimos rodeados por un medio social que nos coloca en situaciones de tentación, maldad, inseguridad, temor e injusticia». Sí, rodeados y asediados. Es un anuncio de la conquista, del cautiverio. Atemorizados por la delincuencia, la impunidad y la injusticia; bombardeados por las influencias inmorales y amorales que se difunden a través de los medios de comunicación; frenados en nuestros deseos de servir a Dios por nuestras propias debilidades. Todo parece indicar que no tenemos escapatoria. «Solamente nos libra de las cadenas fatales de Satanás el sacrificio que hizo nuestro Salvador, el Hijo de Dios todopoderoso», así completa su pensamiento Viana.
En el curso del pensamiento hacia el pasaje de hoy, el apóstol Pedro presenta las credenciales de Cristo como Salvador. No se trataba de alguien que meramente se compadecía de nosotros, sino que él mismo estuvo dispuesto a morir en nuestro lugar. «Él no cometió ningún pecado, ni hubo engaño en su boca» (1 Pedro 2: 22). Así se describe a quien murió por nosotros. Su único contacto con el pecado fue, de acuerdo con el texto de hoy, librarnos de él.
El profeta Isaías lo había predicho: «El Señor hizo recaer sobre él la iniquidad de todos nosotros» (Isaías 53: 6). El versículo de hoy también abre delante de nosotros un nuevo horizonte: La victoria sobre el pecado. El texto dice que se trata de una muerte al pecado y una nueva vida en la justicia de Dios. Ese es nuestro desafío para el día de hoy, en el nombre de nuestro Redentor Cristo Jesús.
Cristo «llevó nuestros pecados sobre su cuerpo en un madero; y por el poder que nos ha dado, podemos resistir al mundo, a la carne y al demonio». MJ 103

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

UN POCO MÁS CLARO

De hecho, Cristo es el fin de la ley, para que todo el que cree reciba la justicia (Romanos 10: 4).

En los escritos de pablo hay varias declaraciones con respecto a que la justificación se obtiene por la fe, pero esta fe no está definida con claridad. Alguien podría concluir que el apóstol habla de la fe en general, sin ningún contenido explícito. En los pasajes que consideraremos hoy veremos que lo que Pablo quiere decir se revela con un poco más de claridad.
Las siguientes declaraciones que hace Pablo sobre la justificación son más precisas acerca del contenido de la fe. Por ejemplo: «Sin embargo, al que no trabaja, sino que cree en el que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe como justicia» (Rom. 4: 5). Aquí la fe que justifica es una fe que se dirige al que justifica. El contenido de la fe empieza a aclararse aunque todavía no está completamente explicada. El siguiente pasaje es un poco más revelador: «En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom. 5: 1). Se puede concluir en este pasaje que la fe de la que se habla tiene que ver con nuestro Señor Jesucristo, porque es por él que tenemos paz con Dios.
Otro pasaje nos dice: «Ustedes no pudieron ser justificados de esos pecados por la ley de Moisés, pero todo el que cree es justificado por medio de Jesús» (Hech. 13: 39). La justificación viene de Jesús y se da al que cree. Falta solo un paso para que el contenido de la fe sea completo. Uno más: «Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe» (Gal. 3: 24). El sentido parece indicar que para ser justificados tenemos que tener fe en Cristo, aunque todavía no se aclara plenamente. El mismo pensamiento lo hallamos en nuestro pasaje clave anotado arriba (Rom. 10: 4). El apóstol nos ha empezado a revelar lo que quiere decir cuando habla de que la justicia viene por la fe.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

martes, 16 de febrero de 2010

EL SENTIDO DE LA PRESENCIA DE DIOS

Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios ¡porque se volverán a mí de todo su corazón (Jeremías 24:7).

Hace varios años debí estar fuera de mi hogar por un tiempo prolongado. Mi esposo estaba en nuestra casa y yo en una ciudad distante. No teníamos el dinero suficiente como para viajar en avión o en autobús, así que nos llamábamos por teléfono todos los días. Fueron días muy difíciles.
Una noche, mi esposo me llamó para contarme que estaba pasando por una situación terrible. Me sentía abrumada, quería estar a su lado, pero ¿cómo lograrlo? No tenía tiempo para ayudarlo, ni tampoco dinero para viajar.
No comí en todo el día, y oré toda la noche. A la mañana siguiente, entendí que Dios me estaba diciendo que debía estar con mi esposo, así que compré un boleto y abordé el avión.
De pronto comencé a tener un gran sentimiento de soledad. En general, me gusta viajar sola, pero esta vez extrañaba la presencia de mi Dios, y tenía temor. El día anterior había pasado mucho tiempo en oración, y no podía viajar sin la presencia de Dios en mi corazón. Oré incesantemente al Señor. Examiné mi mente, pidiéndole que me hiciera recordar los pecados que no había confesado.
Luego, miré a través de la ventana del avión y vi el arco iris; no era un arco iris común, sino uno horizontal de hermosos colores, ¡y parecía que perseguía .al avión! No lo podía creer. Volví a mirar fijamente. Pensé que se trataba de un reflejo del avión, pero no era así. Duró un largo tiempo, luego desapareció.
En ese momento sentí la presencia de Dios, y su presencia continuó conmigo. No estaba sola. Había Alguien a mi lado; podía contarle mis preocupaciones y darle gracias por sus regalos. Me sentía segura.
Esta experiencia me enseñó a reclamar el sentido de la presencia de Dios. Dios desea estar a nuestro lado, pero debemos pedírselo. Reclamemos su presencia. Recibiremos la recompensa.

Iani Días Lauer-Leite
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

CON FUERZAS RENOVADAS

Jehová es mi pastor; nada me faltará. Salmo 23:1.

Si alguna vez alguien te quiere «leer la mano» para informarte acerca de tu futuro, dile que en tu mano está esculpido el Salmo 23. Conocido como el Salmo del Pastor, o del Buen Pastor, es sin duda uno de los más apreciados, si no el que más, por todos los cristianos. El autor presenta cuatro importantes verdades para vivir sin temor en medio del gran conflicto:
Dios ofrece darnos «nuevas fuerzas» (vers. 3) mientras caminamos por este mundo. Diariamente hay muchas influencias que nos inquietan, angustian, preocupan y quitan el sueño. Tener el alma llena de «nuevas fuerzas» en un escenario de tantos riesgos es sin duda un milagro.
En la jornada hacia nuestro destino tendremos «valles tenebrosos» (vers. 4), circunstancias aterradoras y sufriremos a causa de los «enemigos» (vers. 5).
El destino en la casa del Padre no será el de una visita turística o unas vacaciones especiales, sino que será «para siempre» (vers. 6). El apóstol Pablo dice que «estaremos con el Señor para siempre» (1 Tesalonicenses 4: 17).
Nuestro destino, al final de nuestra jornada, está «en la casa del Señor» (vers. 6). Esta verdad fue confirmada por Jesucristo mismo, quien dijo a sus discípulos: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay» (Juan 14: 2, RV95).
El Salmo 23, como ves, presenta muchas promesas. La mayor de todas me parece que es la de darte nuevas fuerzas, físicas y espirituales. Porque la realidad es que aunque tu destino está asegurado; caminar cada día te enfrenta a muchos problemas y situaciones que son un verdadero callejón sin salida.
A pesar de todo Dios «confortará» tu alma (vers. 3, RV95) si te dejas conducir a los «verdes pastos» (vers. 2). Ya te imaginas qué significa lo de pastos verdes, ¿no es cierto? Significa alimento, el alimento del alma que nos proporciona el estudio de la Biblia. Además, Dios cumplirá su promesa si te dejas conducir a las «tranquilas aguas». También te imaginas lo que esto significa. Tiempo para la reflexión, para la devoción personal. Hoy puedes ir a cumplir tus deberes confiado en las seguras promesas del Salmo más conocido y repetido, el Salmo 23.
Dios «trata constantemente de atraer [a los jóvenes] a sí, el Manantial de toda sabiduría, la Fuente de bondad, pureza y verdad. La mente que se ocupa en asuntos elevados, se ennoblece». MJ 64

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

SOLO POR FE

En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercamos a Dios (Efesios 3: 12).

Una vez analizados los fundamentos sobre los que descansa el evangelio, está listo para analizar los componentes básicos del mensaje de la justificación por la fe, que, como se ha dicho muchas veces, es la esencia del evangelio. El primer componente que se destaca en este mensaje es que la justificación es por la fe. Hicimos referencia a esto anteriormente. Ahora lo vamos a considerar con más detenimiento.
Parece de Perogrullo que sea la fe la condición esencial de la justificación. Pero, por lo que implica, merece nuestra consideración. La justificación que necesitamos, que no tenemos, que no podernos conseguir por nuestro esfuerzo y que solo puede venir de Dios, la podemos obtener de él solo por la fe.
Pero obligadamente tenemos que preguntarnos: ¿Qué es fe? ¿Qué significa tener fe? ¿Cómo podemos tenerla? Primero analicemos qué es la fe. La consulta de un diccionario nos diría que fe es, entre otras cosas, confianza, seguridad. El término implica dependencia. Así que diríamos que la justificación la obtenemos por confianza, por dependencia. Que la justificación sea por la fe está claramente enseñado en la Biblia, especialmente en los escritos del apóstol Pablo. Pero en estos hallamos tres variantes interesantes, que nos ayudarán a comprender qué significa la fe.
En primer lugar, tenemos una serie de declaraciones que no tienen especificación alguna. Por ejemplo: «A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen» (Rom. 1: 16). No se dice cuál es el contenido de su creencia. Más adelante se nos dice: «De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: El justo vivirá por la fe» (vers. 17). Una más: «Porque sostenemos que todos somos justificados por la fe» (Rom. 3: 28). No se dan indicaciones concretas de cuál es el significado de la fe. Sin embargo, aunque no lo aclaren, son declaraciones valiosas, como leerá más adelante.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C

lunes, 15 de febrero de 2010

EL PROCESO DEL CRECIMIENTO

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado (Salmo 1:1)

Ser madre ha sido de gran bendición, y tener a un pequeño junto a mí me recuerda al proceso del crecimiento. En este momento, nuestro hijo Alsten Timothy está en la etapa que ya puede sentarse solo. La primera vez que lo hizo, mi esposo y yo lo miramos con asombro, mientras trataba de mantenerse derecho. Más recientemente, estábamos todos felices de que estuviera aprendiendo a gatear y ponerse de pie. Por el momento, se pone de pie sosteniéndose de los muebles, pero pronto comenzará a caminar. Este es el proceso del crecimiento. A medida que vamos madurando, aprendemos a sentarnos, a ponernos de pie y a caminar. Es un proceso natural.
El Salmo 1 nos habla acerca de dos maneras de enfocar la vida: como justos o como malos. La promesa afirma que el que es fiel y no camina en consejo de malos será bienaventurado. Pero hay una advertencia implícita que sugiere que los que sigan el camino de los malos llegarán a la ruina.
Lo interesante acerca del crecimiento natural de los niños es que primero se sientan, luego se ponen de pie y finalmente caminan. Pero, en nuestra vida espiritual es a la inversa: primero caminamos, luego nos ponemos de pie y finalmente nos sentamos. Primero comenzamos a caminar en el consejo de los incrédulos, luego nos ponemos de pie en la senda de los pecadores y finalmente nos sentamos con los escarnecedores. Todo va hacia atrás, hasta que nos detenemos completamente. Llega el momento en que ya no podemos caminar y nos sentimos inmovilizadas. Estamos listas para ponernos de pie y comenzar a criticar a los demás. Finalmente nos sentamos quejándonos por todo.
Cuando nos ponemos en las manos de Dios, primero nos sentamos y escuchamos sus palabras inspiradas. Él nos restaurará con su Espíritu y nos dará las fuerzas para ponernos de pie en este mundo de maldad. Cuando ya seamos capaces de sostenernos en pie comenzaremos a caminar con Cristo Jesús. Seremos bendecidas cuando miremos directamente a Dios para recibir consejos. La Biblia aconseja que no debemos dejarnos desviar.
¿Por qué no sentarnos, ponernos de pie y caminar por Cristo el día de hoy?
Jeba Andrews
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

CONDUCIRSE CON PRUDENCIA

Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él. 1 Samuel 18:14.

¿Por qué tuve que ser arrancado de mi vida tranquila en las colinas para enfrentar las amenazas del rey?», se preguntó sin duda David. «¿No he sido ya ungido rey de Israel? ¿Acaso el Señor no se da cuenta que estoy metido en problemas por haberme elegido para ocupar esta posición?» ¿Has notado que el hecho que Dios te haya ungido no te proporciona un «privilegio» que te haga inmune a los poderes del mal?

David llevaba una vida tranquila. Incluso podía pasar inadvertido. ¿Recuerdas cuando Samuel fue a su casa a buscar el nuevo monarca hebreo? Isaí hizo pasar a todos sus hijos delante de Samuel. ¿Recuerdas cómo se ilusionó el profeta con el primero de los hijos, que se llamaba Eliab? (1 Samuel 16: 6). Pasaron siete hijos delante del profeta, y si Samuel no hubiera preguntado por más, David, el menor de todos hubiera sido pasado por alto. Él cuidaba los rebaños mientras el Todopoderoso preparaba el escenario para su ungimiento como el segundo rey de Israel.
Una vez ungido por Samuel, fue llevado al palacio para tocar el arpa. ¿Quieres conocer el curriculum vítae que leyeron ante el rey? «Uno de los cortesanos sugirió: "Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén"» (1 Samuel 16: 18). ¡Qué descripción! ¿Te das cuenta que David no se habla envanecido con su ungimiento y nuevo compromiso? Fue al palacio a tocar para el rey.
Ahora, ya convertido en héroe nacional por haber derrotado a Goliat, además era el amigo íntimo de Jonatán, el hijo del rey Saúl, no se volvió engreído, sino que se conducía con sobriedad y prudencia. ¿Puedes identificar el tipo de conducta acomedida y prudente a la luz del ejemplo de David? Sí, claro, hacer caso omiso a cualquier adulación, no dejarse llevar por el orgullo, cumplir los deberes para los cuales te llaman sin ninguna otra pretensión que servir a los demás.
«La verdadera felicidad solo se encuentra en ser buenos y hacer el bien. Los más puros y elevados goces son patrimonio de los que cumplen fielmente sus deberes». MJ 208.

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna