miércoles, 5 de agosto de 2009

¿VALE LA PENA ORAR?

Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas grandes y ocultas que tú no sabes (Jeremías 33: 3).

¿Vale la pena orar? Eso es lo que me preguntaba muchas veces cuando mi corazón estaba triste. Hace varios años iba a tener mi primer bebé, todo marchaba muy bien, sentía un gran gozo en mi corazón. Una noche, al estar dormida, me di cuenta que la fuente se rompió. Me asusté mucho. Entonces mi esposo y yo fuimos inmediatamente al hospital. Las cosas estaban mal porque tan solo tenía siete meses de embarazo, aunque me sentía segura porque confiaba en Dios, y además porque los médicos eran amigos de la familia. Me ingresaron al quirófano y me operaron de emergencia. Posteriormente, los médicos me dijeron que los pulmones de mi bebé no estaban maduros. Eso significaba que la bebé tenía que quedarse en el hos­pital. Yo me fui a casa triste. A cada momento oraba a Dios por mi bebé, solo mi esposo podía ir al hospital; pero después de unos días de lucha, de esfuerzo por querer vivir en una incubadora con ausencia de cariño maternal que yo anhelaba darle, mi hija murió. ¿Sabes? Cada momento, cada minuto, cada segundo yo oraba por mi pequeña hija. Suplicaba al Señor con fervor para que estuviera bien, y no entendía por qué había muerto. Para una madre es muy difícil aceptar la pérdida de un hijo. Posiblemente tú que lees esto has vivido esa experiencia. Yo me molesté con Dios porque le pedí que la protegiera y la sanara, pero aparentemente no me había escuchado. Entonces surgió en mi corazón una pregunta: ¿Vale la pena orar? Después del dolor que sentía mi corazón, al pasar los días descubrí que sí vale la pena orar. Descubrí que Dios tiene un propósito para cada una de nosotras: cumplir su voluntad en nuestras vidas. Hoy he aprendido a vivir con este pensamiento. Si no fuera por la oración, ¿qué sería de nuestras vidas? ¿Qué pasaría con nuestras familias? Dios tiene el control del timón, por eso te pregunto: en tu vida, ¿vale la pena orar? Que Dios nos ayude para que cada día seamos mujeres de oración. Si tienes dificultades recuerda que después de la noche viene el esperanzador amanecer.

Olga Díaz de Alcázar
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

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