martes, 15 de septiembre de 2009

PURIFÍCATE EN EL SEÑOR

Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata? ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! (Isaías 1: 18).

La mayoría de las mujeres tenemos una lucha constante contra las manchas en la ropa, en las paredes o en el piso de nuestras viviendas. A veces compramos cuanta sustancia se anuncia en el mercado para eliminarlas. Sin embargo, hay algo que está a la mano y nos puede ser de gran utilidad: el vinagre. Siempre me han llamado la atención los beneficios de esta sustancia. Uno de ellos es limpiar y sacar todas las impurezas en el área que uno desea limpiar. ¡Es increíble cómo la zona higienizada vuelve a tomar el color que tenía desde el principio!

Posiblemente tú también has pasado por experiencias en las que has quedado tan manchada que crees que no hay nada que pueda volver a darte ese color y brillo que tenías. No obstante, hoy quiero darte una muy buena noticia: También contamos con algo a la mano que obra maravillosamente para limpiar las áreas sucias de nuestras vidas. Jesús! ¡Él es el vinagre] Cuando permitimos que su poder obre diariamente en cada una de nosotras, nuestra vida se va transformando de una manera extraordinaria. Dios permite que sucedan experiencias para que sintamos la necesidad de ser renovadas espiritual-mente y dejarnos limpiar por él.
¿Cómo sucede eso? Cuando decidimos entregarle de corazón nuestras vidas a través del bautismo, como manifestación de nuestro amor y aceptación, además del estudio cotidiano puesto en práctica constantemente, podemos alcanzar la pureza que aspiramos. Si sientes el deseo de bautizarte o consagrar tu vida, hazlo, no rechaces la obra del Espíritu Santo manifestado en ese sentimiento. ¡Acepta! ¡No te arrepentirás jamás! Nadie más es responsable de tu salvación, sino tú.
D. Rhode Suriano Suárez
Tomado de Manifestaciones de su amor

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