jueves, 8 de octubre de 2009

UN TESTIGO DISPUESTO

Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia. Marcos 16: 15

John Wesley fue el fundador de la Iglesia Metodista y uno de los grandes predicadores del siglo XVIII. Mientras andaba hada casa después de una reunión vespertina, un ladrón se le acercó por detrás y le dio un ultimátum. —Dame tu dinero o morirás. Wesley empezó a sacar los pocos objetos de valor que llevaba en los bolsillos. Cuando se los dio al ladrón añadió: —Amigo, sí alguna vez decides dejar de vivir de este modo, recuerda que Jesús vino a salvar a gente como tú. Murió para borrar tus pecados. El ladrón se fue con el botín y Wesley continuó su camino. Unos años después, mientras Wesley saludaba a las personas que habían acudido a un servicio de culto en la iglesia, un hombre esperó para hablar con él. —¿Recuerda la noche en que le robaron, hace unos años? —dijo. Wesley dijo que sí. —Bien, pues. Yo era el ladrón. Lo que me dijo esa noche se me quedó grabado en la cabeza. Descubrí que Jesús podía cambiar al peor de los pecadores. Ahora mi vida es completamente diferente. ¿Alguna vez sentiste que dar testimonio era una pérdida de tiempo? Quizá distribuiste alguna publicación, invitaste a gente a la iglesia o diste un estudio bíblico. Pero tomo no viste resultados inmediatos, pensaste que tus intentos de dar testimonio eran inútiles. Nuestra tarea no es convertir a las personas. Esa es tarea de Dios. Él solo nos pide que hablemos de él a los demás. Aprovecha todas las oportunidades de hablar de Jesús y comparte lo que hizo por ti. Luego deja que el Espíritu Santo haga el resto.
Tomado de La Matutina El Vieja Increíble.

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