jueves, 8 de octubre de 2009

EL PROPÓSITO DE DIOS EN EL PRESENTE

Y dijeron a Moisés: «¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto diciendo: "Déjanos servir a los egipcios"? Porque mejor nos fuera servir a los Egipcios, que morir nosotros en el desierto». Y Moisés dijo al pueblo: «No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis». Éxodo 14: 11-13.

Seguramente en algún momento habrás deseado volver a una época de tu vida en la que te sentías completamente feliz, posiblemente a tu infancia. Quizá seas de las personas que se quejan de su situación y de sus condiciones de vida actuales, así como de las cosas que las rodean. Si lo haces, nadie creerá que es por gusto o por rebelión, sino porque crees que aquellos tiempos eran mejores. Tal vez razones: «Me gustaría que el tiempo corriese al revés y volver a vivir aquel momento inolvidable de mi vida». Pero no era esa la razón por la cual el pueblo de Israel murmuró tantas veces contra Dios y contra Moisés. La razón era su rebelión y su maldad. Diez veces se rebelaron contra el Señor y contra Moisés. Y las diez lo hicieron sin razón. La murmuración que se menciona en nuestro texto de hoy es la primera; por eso Moisés les habló como lo hizo. Pero, con posterioridad, volvieron a rebelarse y a murmurar de forma insensata muchas más veces. Tantas, que Dios dijo: «¿Hasta cuándo oiré a esta depravada multitud que murmura contra mí? Diles: Vivo yo, dice el Eterno, que según habéis hablado a mis oídos, así haré con vosotros. En este desierto caerán vuestros cuerpos» (Núm. 14: 17). En una de esas ocasiones, Moisés llegó a expresar este deseo a Dios: «Yo solo no puedo soportar a todo este pueblo, que es pesado en demasía. Si así me vas a tratar, te ruego que me des muerte, si he hallado gracia en tus ojos, para que yo no vea mi mal» (Núm. 11:14,15). Las quejas de Israel en la experiencia de los años del éxodo, en el desierto, no eran como, las quejas de quienes recuerdan días mejores y quisieran volver a ellos. Eran quejas de un pueblo malo, perverso y depravado. Así son algunas de las quejas de la iglesia en la actualidad contra Dios y contra los dirigentes. Hay dirigentes que han llorado como Moisés, dirigentes que también pidieron a Dios que mejor les quitara la vida, porque la carga de administrar al pueblo de Dios les era pesada en demasía. ¿Te has quejado contra Dios y contra tus dirigentes últimamente?

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

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