martes, 17 de enero de 2012

DIOS TE SOSTIENE

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (Mateo 6: 26).

Eran aproximadamente las diez de la noche y estaba lloviendo a mares. Nosotros vivíamos en Texcoco, un lugar relativamente cerca de la Ciudad de México, pero el tráfico a veces lo hace parecer mucho más lejos. Así que aquella noche mi esposo y yo decidimos utilizar la autopista de peaje debido a las inclemencias del tiempo.
Al tomar la avenida que llevaba hacia la autopista nuestro auto pilló un enorme bache. Eso hizo que se dañara uno de los neumáticos. Cuando preguntamos si en las cercanías había algún taller de reparación de neumáticos, nos dijeron que a la vuelta de la esquina había uno, pero que con seguridad estaría cerrado. De todos modos decidimos ir a buscarlo. ¡Qué sorpresa! El taller estaba abierto.
Mientras el joven reparaba el neumático, mi esposo le preguntó a qué hora cerraba el negocio. El muchacho le contestó normalmente lo cerraba a las ocho, pero que esa noche se había quedado dos horas más esperando a su jefe para que este le pagara y para entregarle las llaves. En aquel momento entendimos que aquello no era una casualidad, sino que Dios velaba por nosotros.
Pero teníamos otro problema: el poco dinero que llevábamos para la caseta de peaje lo habíamos invertido en la reparación de la llanta, y además se nos estaba acabando la gasolina. Se nos ocurrió que quizá podíamos dejar mi reloj como garantía en el peaje para luego traer el dinero y recuperarlo.
Cuando faltaba unos cincuenta metros para llegar a la caseta de cobro, mi esposo detuvo el auto y elevamos una oración para que Dios tocara el corazón del cobrador. Después de orar, mi esposo me dijo que buscara bien en la cartera para ver si había algo de dinero, mientras él buscaba en su maletín. Finalmente encontramos una bolsita donde guardábamos las monedas que nos sobraban al ir de compras. De ahí sacamos lo necesario para pagar el peaje.
Querida hermana, en la vida se nos presentan momentos de crisis y de prueba. En muchas ocasiones quizá se nos nuble la mente y no sepamos qué hacer; buscamos respuestas y no hallamos. Pero no olvides que el Señor Jesús está siempre contigo, dispuesto a ayudarte.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Vanessa Méndez, licenciada en Ciencias Sociales.

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