miércoles, 4 de enero de 2012

EL PODER DEL SERVICIO

Es espíritu del Señor [...] me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres [...] y vista a los ciego. (Lucas 4:18)

Hay establecimientos e instituciones en los que, en circunstancias normales, no se nos permitiría la entrada por causa de nuestras creencias adventistas. Sin embargo, Dios ha utilizado la abnegada y magnífica labor de los médicos misioneros como un excelente medio de acceso a muchos lugares a los que sería difícil acceder de otra manera.
En cierta ocasión acompañé a mi esposo, capellán de un hospital adventista, a una jornada de salud que se realiza cada año en un hospital católico dirigido y atendido por monjas. Hacía algún tiempo que yo deseaba conocer aquel centro médico que está ubicado en un pintoresco pueblo de montaña. El objetivo de dicha jornada de salud era operar de cataratas a más de doscientos pacientes de bajos recursos económicos.
Me sentí impresionada por la limpieza y el orden que había en aquel hospital. Las monjas atendían con sumo cuidado a los pacientes y, en forma especial, se preocupaban por los niños huérfanos que allí mismo se hospedaban. En la sala de operaciones mi esposo cantó algunos himnos y leyó a los pacientes textos de la Biblia. «¡No sabía que existiera un lugar así!», exclamó un paciente entre lágrimas tras escuchar una oración. «¡Me parece que estoy en el cielo!», dijo otra señora. Yo me gozaba al escuchar todo aquello.
Un día entré al quirófano para ayudar a varios pacientes y tuve la oportunidad de compartir con ellos algunas promesas espirituales. Se veían tranquilos y agradecidos. Uno de ellos me dijo: «Señora, ¿quiénes son los que cantan esos himnos tan hermosos?». Y acto seguido nos invitó para que cantáramos en una concurrida celebración católica.
Aquellos pacientes no solo escucharon voces humanas. Creo que los ángeles se unieron a nuestras voces, porque los rostros de aquellas personas reflejaban la paz y el gozo que únicamente imparte la presencia de Dios. Instantes después, mientras observaba una operación quirúrgica, sentí de nuevo la presencia del Señor guiando las manos de los médicos adventistas de una manera patente y real. Elevé una oración de gratitud al Señor por el ministerio médico y por el ministerio pastoral.
Dios también te puede utilizar a ti para compartir el mensaje de salvación con quienes de otra forma parecerían inalcanzables. Prepárate para ese servicio abnegado que volverá los corazones a él.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Margarita Calixto Pertuz es Colombiana. Psicóloga Educativa.

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