sábado, 10 de marzo de 2012

UNA GRAN DECISIÓN

Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas (Proverbios 3:5-6).

Las montañas vestidas de tonos verdes oscuros y claros nos daban la bienvenida a una zona que, aunque fría y húmeda, estaba llena de atractivos naturales de todo tipo. Al concluir el culto del sábado nos dirigimos hacia un lugar cercano con el fin de compartir el almuerzo con dos familias amigas.
Aunque no lo conocíamos, el lugar nos parecía encantador. Había una pequeña casa en la propiedad, y una mesa de madera de pino con sus sillas nos esperaba en un patio que a su vez estaba rodeado por un jardín lleno de flores de colores intensos.
Al terminar de comer el grupo decidió iniciar una caminata. Al ir bajando la cuesta un sonido peculiar nos llamó la atención: era el canto de un riachuelo que se encontraba a pocos metros de distancia. Apresuramos el paso para llegar a él. La transparencia del agua nos cautivó, pero, ¿nos sería posible llegar al otro lado?
Había olvidado por completo que ese día llevaba mis zapatos nuevos. Tomé una rama para que me sirviera de apoyo mientras ocupaba el segundo lugar en la fila. Fue entonces cuando escuché la voz de mi hermana: «¡No lo hagas, no lo vas a lograr!». Sin pensarlo mucho empecé a saltar sobre las rocas, pero justo a la mitad del trayecto resbalé en una de las piedras y me caí al río. Ahora contemplaba mis zapatos nuevos a través del agua cristalina.
Al recordar este incidente he llegado a la conclusión de que entre la tentación y el pecado solo existe la voz del Espíritu Santo que te advierte del peligro. La decisión la tomarás tú. Sin embargo, no ignores la voz de advertencia, como hice yo al cruzar aquel arroyo. Piensa que luego podrás lamentar cualquier paso en falso.
Mujeres, jóvenes y niños pueden tener un carácter íntegro, lo único necesario es que escojamos hoy a quien servir (ver Jos. 24:15). Todos podemos poner nuestra voluntad de parte de Dios, decidiendo obedecerlo y de esa forma, al relacionarnos con los agentes divinos, mantenernos donde nada pueda forzarnos a obrar mal. En todo joven y niño hay poder para formar, con la ayuda de Dios, un carácter íntegro, y vivir una vida útil.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yoela Murillo

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