sábado, 7 de abril de 2012

ÉL HA DADO SU PALABRA



¡No moriré, sino que he de vivir para contar lo que el Señor ha hecho! Salmo 118:7

Una de las costumbres de Martín Lutero consistía en escribir sus versículos favoritos en las paredes de los cuartos que usaba como estudio. De esa manera podía leerlos con facilidad y fortalecer su fe en las promesas del Señor Jesucristo. Uno de esos textos se puede leer aún hoy en el Castillo de Coburgo (Baviera, Alemania), donde Lutero permaneció de incógnito mientras se desarrollaban los debates de Augsburgo.
El cuarto donde se hospedó es hoy un museo y ahí se pueden leer varios de sus textos favoritos, entre ellos el Salmo 118:17: «¡No moriré, sino que he de vivir para contar lo que el Señor ha hecho!». En los momentos de duda y desaliento, cuando las sombras de la muerte parecían rodearlo, cuando su obra parecía condenada al fracaso, las palabras del Salmo 118 le recordaban la promesa de un Caballero. «Él ha dicho que viviré —escribió Lutero—. Sea que me asalte la muerte, la desesperación o la duda, tengo su promesa de que viviré».
¿Tienes tú algún versículo bíblico favorito? Es muy probable que tengas varios. Esos textos bíblicos, especialmente los que contienen promesas, serán tu punto de apoyo en tus momentos de prueba.
Yo tengo varios versículos favoritos. Uno de ellos es: «Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir» (Sal. 32:8).
Otro de mis textos favoritos es Josué 1:9: «Yo soy quien te manda que tengas valor y firmeza. No tengas miedo ni te desanimes porque yo, tu Señor y Dios, estaré contigo dondequiera que vayas». Este texto me ha sostenido cuando he tenido que enfrentar pruebas difíciles, y también en momentos de desánimo.
No sé cuál es tu promesa bíblica favorita. Pero una cosa sé: cualquiera que sea, recuerda que en esa promesa Dios empeñó su palabra. Y él cumple lo que promete. Escríbela y, al igual que Lutero, colócala en un lugar visible en tu cuarto, tu agenda, tu Biblia... y, sobre todo, en tu corazón. No importa en qué lugar o situación difícil te encuentres, recuerda que esa promesa es la palabra de un Caballero que escogió morir en una cruz con tal de salvarte.
Señor, gracias por tus preciosas promesas.  Ayúdame a atesorarlas en mi corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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