miércoles, 4 de abril de 2012

PAZ EN MEDIO DE LA TORMENTA



Oí, y se conmovieron mis entrañas; al oír la voz temblaron mis labios.  Pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí. Tranquilo espero el día de la angustia que vendrá sobre el pueblo que nos ataca. (Habacuc 3:16).


El estrés es una respuesta natural del cuerpo a situaciones que perturban el equilibrio emocional y físico de una persona. ¿Sabes cuál es la respuesta normal ante una situación muy estresante? Sí, huir es algo innato.  Pero también podemos decidir enfrentar las dificultades con decisión. En todo caso, es importante aprender a gestionar estrés, pues si este persiste durante mucho tiempo, resulta muy perjudicial para la salud.
Los períodos prolongados de estrés pueden provocar úlceras estomacales, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, migrañas, calvicie, dolores de espalda, tics nerviosos, dolores articulares, irregularidades menstruales,  colitis, alteración del apetito, disfunción sexual, ansiedad, palpitaciones, insomnio y otros trastornos de la salud. Sin duda, hemos de evitarlo y buscar la paz que la Biblia nos muestra que se puede hallar en Dios.
¿Qué hacer cuando nuestros niveles de estrés están demasiado elevados? Habacuc nos da una pista muy importante.  En el contexto que a él le había tocado vivir, reinaba la injusticia.  El pueblo vivía en aflicción, ya que era oprimido por una nación enemiga. Sin duda, el profeta había vivido horas de estrés y angustia y, sin embargo, conocía el secreto para controlar el estrés: «Tranquilo espero el día de la angustia».  A pesar de que se habían «conmovido sus entrañas» y de que habían «temblado sus labios», el profeta supo confiar en Dios, pues sabía que el Señor tenía un propósito elevado para su vida.
Recuerda que, aunque las cosas no salgan como desearías que salieran, aunque estés pasando por una etapa difícil de la vida, «con todo, yo me alegraré en Jehová, me gozaré en el Dios de mi salvación» (Hab. 3:18). Es necesario que tengamos fe en un mañana mejor.
¿Algunas circunstancia difícil te aflige? ¿Te sientes oprimido por algún «enemigo» real o mental? ¿Crees que no existe un lugar en el mundo donde puedas estar tranquila y en paz? Te invito a que lleves a cabo un plan definido para fortalecer tanto tu fe como tu cuerpo. Disciplínate para hacer ejercicio físico cada día, aliméntate de forma saludable y mantén una actitud mental positiva.  Confía en Dios, quién te fortalecerá, te dará pies ágiles y te capacitará para elevarte muy por encima de los problemas y así disfrutar de paz en medio de la tormenta.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

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