domingo, 8 de abril de 2012

¡VIVE!


«Jesús le dijo: "Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron"» (Juan 20: 29).

¿Se ha preguntado alguna vez qué sucedió con los discípulos de Jesús? No esperaban que resucitara. Una y otra vez, el Maestro les había dicho que moriría y después de tres días se levantaría de la tumba, pero no lo entendieron.
Cuando Jesús murió, los discípulos eran once hombres atemorizados que corrían a esconderse para salvar la vida. Su líder había muerto y su sueño se había hecho añicos. Sin embargo, varios días después de la resurrección, aquellos mismos once hombres eran audaces, valientes y visionarios. ¿Qué provocó tan gran cambio? No era que vieran una tumba vacía; era que habían visto a Cristo vivo, resucitado de entre los muertos. Por fin lo entendieron todo y estaban ansiosos por compartir la buena nueva.
Los fariseos trataron de difundir el rumor de que los discípulos habían llegado por la noche y robaron el cuerpo y así poder decir a la gente que había resucitado (ver Mat. 27: 64). Pero, ¿qué ganaban los discípulos urdiendo tal engaño? La mayoría de ellos perdió la vida por defender sus convicciones. ¿Quién estaría dispuesto a morir por defender una mentira? Si los discípulos mentían, engañaban deliberadamente al mundo entero.
Una de las razones de la propagación del cristianismo en el siglo I d.C. era el comportamiento puro, honesto, sincero y veraz de los discípulos.
Todo el mensaje de Cristo es que nos amemos unos a otros, seamos amables y digamos la verdad. ¿Podrían haber vivido una mentira colosal? No, habían visto a Cristo resucitado. Sus vidas cambiaron radicalmente. Así, salieron al mundo para contar la buena nueva del amor de Cristo por cada persona, de su muerte como su sustituto, de su resurrección para vencer a la muerte y que él vive.
Se cree que solo un discípulo se libró del martirio. Santiago, hijo de Alfeo, fue apedreado y Tadeo, su hermano, decapitado. Pedro, Andrés, Felipe y Bartolomé fueron crucificados. Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Zebedeo, fueron muertos a espada. Marcos fue arrastrado hasta morir. Tan solo Juan murió de viejo.
Señor, ya .sea por mi vida o por mi muerte, quiero ser siempre un testigo de la verdad. Basado en Juan 20:24-30

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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