viernes, 18 de mayo de 2012

DE FRENTE Y SIN RODEOS - 1


Señor muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos. Salmo 25:4

He participado en muchos programas donde los jóvenes preguntan. Sin exagerar, puedo decir que hay dos preguntas que siempre salen a relucir: La primera: «¿Qué hay de malo en los noviazgos con una persona que no comparte tus mismas creencias religiosas?». La otra: «¿Qué hay de malo en ir al cine?». Hablemos hoy de la primera; mañana, de la segunda.
Por lo general, el joven que pregunta qué hay de malo en un noviazgo mixto justifica su inquietud con alguno de los siguientes argumentos:

  • «Noviazgo no es lo mismo que matrimonio»
  • «En mi iglesia no hay suficientes jóvenes de mi edad»
  • «No es adventista, pero es cristiano o cristiana»
  • «Es una buena persona y no se opone a mis principios religiosos»
  • «¡Trataré de ganarlo o ganarla para Cristo!»

El problema con tener un novio o una novia que no sea de tu misma fe es, sencillamente, que en su Palabra, Dios prohíbe estas relaciones (ver 2 Cor. 6:14). No hay armonía entre la luz y las tinieblas. Cuando Jesús nos dice que tenemos que buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, lo que nos está diciendo es que Dios tiene que ocupar el lugar central en todos los aspectos de nuestra vida.
Por otra parte, la Biblia nos exhorta a hacer todas las cosas para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Pero ¿glorifica a Dios el joven que une sus intereses a los de una persona que no comparte sus creencias más profundas?
No tengo que ser adivino para saber que tú sueñas con un hogar donde Dios sea el centro, con un cónyuge que ore y estudie la Biblia contigo. Sueñas con alguien que comparta tus creencias religiosas, que asista contigo a la misma iglesia y que te apoye al instruir a tus hijos en los caminos de Dios. Sin embargo, ¿cuáles son las posibilidades de que estos sueños se hagan realidad al lado de un cónyuge incrédulo? ¿O al lado de una persona con ideas religiosas diferentes a las tuyas?
Dios merece el primer lugar en tu vida, incluyendo tu noviazgo y tu matrimonio.  Dale a Dios el lugar de honor y él te honrará colocando en tu camino a la persona idónea que te acompañará el resto de tu vida.
Padre celestial, quiero honrarte con mi noviazgo y matrimonio. Ayúdame a lograrlo

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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