viernes, 4 de mayo de 2012

PROTECCIÓN DIVINA


Porque vendrá el enemigo como un río, más el espíritu de Jehová levantará bandera contra él.  (Isaías 59:19 RV60).

Cuando gozamos de juventud, fuerzas y energías no siempre aprovechamos la oportunidad para aprender las lecciones que la vida nos presenta.  Por lo general, cuando la experiencia llega, ya no contamos con el vigor para realizar tareas importantes.
Alabo al Señor porque, para el tiempo en que mi esposo apenas comenzaba su ministerio, me permitió comprender las grandes bendiciones que aguardan a aquellos que se dedican a su servicio.  En aquel entonces vivíamos en una ciudad costera del estado de Tabasco, en México.  Se había organizado una vigilia en la playa un sábado por la noche.  Prácticamente todos los miembros del distrito estuvimos allá.  Al día siguiente, viajábamos de regreso a la ciudad en la lancha de un hermano de la iglesia con mis hijas y un grupo de niños.  De pronto el cielo se nubló y comenzó a soplar un fuerte viento, la lluvia caía y las olas se agitaban peligrosamente.  En unión a los niños comenzamos a cantar coros.
Al poco rato, notamos que una lancha se dirigía hacia nosotros a gran velocidad.  Les dije a los niños que se inclinarán y abracé a mis dos niñas esperando lo peor.  Cuando aquella embarcación llego hasta donde estábamos, milagrosamente se elevó por los aires y pasó por encima de nosotros sin causarnos daño alguno.  Pensamos que había sido un accidente, pero con asombro vimos cómo aquella lancha daba la vuelta y se dirigía de nuevo a nuestro encuentro.  Cuando estuviéramos cerca oímos a uno de los tripulantes gritar: «¡Prepárense que los vamos a matar!».  Sin embargo, Dios realizo otro milagro, y el motor de aquella embarcación se apagó.  Por más que trataron no pudieron hacer que arrancara de nuevo. ¡Con el corazón lleno de gratitud llegamos al templo para dar gracias a Dios por habernos salvado la vida!
Quizá pensemos que la responsabilidad de predicar el evangelio es únicamente de los pastores y dirigentes de la iglesia, pero recuerda que, si te integras a la obra del Señor, probablemente el enemigo tratará de impedir también tu labor.
Hermana, aférrate a la promesa que encontramos en el texto de esta mañana y saldrás victoriosa, porque «vendrá el enemigo como río, más el Espíritu de Jehová levantará bandera contra él».

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por María Cristina Ruíz Monje.

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