viernes, 29 de junio de 2012

CONFIANZA PLENA


No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán (Isaías 43: 1-2).

Anticipaba aquella experiencia. Por primera vez iba a visitar una aldea indígena en la región del Darién, en Panamá. Todo estaba listo para iniciar el viaje de nueve horas por carretera. Luego viajaríamos seis en una embarcación pequeña con un motor fuera de borda.
Mi esposo, como pastor de esa zona, ya era conocedor de aquellos medios de transporte, pero para mí todo era una experiencia nueva. Cuando vi la barca exclamé: «¿Es en eso que nos vamos? ¿Y los cocodrilos?». Durante todo el viaje tuvimos que estar achicando el agua que se filtraba por las grietas de la embarcación. Tampoco podíamos movernos mucho, y eso sí que era difícil.
Nosotros íbamos en compañía de nuestro pequeño hijo, a quien el viaje le pareció fascinante. Creo que se sentía un poco marinero por lo feliz que estaba. Pero yo, con cada movimiento de la embarcación, creía que se volteaba. En varias ocasiones creí verme en el agua, y lo que más me preocupaba era mi hijo.
Aquello me hizo recordar a los discípulos de Jesús la noche en que una tempestad los alcanzó en medio de un lago.  Ellos no estaban preparados para enfrentar dicha crisis, quizá por el chasco que habían sufrido ya que Jesús un había sido proclamado rey. Los discípulos trataban de que el barco no se hundiera. Cansados de luchar, anhelaban la presencia de su Maestro pero, al igual que yo, olvidaron que Jesús no los había abandonado. Sin embargo, Elena G. de White dice que Jesús «ni por un momento perdió de vista a sus discípulos» (El Deseado de todas las gentes, cap. 40, p. 349).
Cada vez que subo a una embarcación recuerdo a Jesús, e imagino que él nos contempla. A veces debemos atravesar una violenta tempestad para que aprendamos a confiar más en su promesa: «Cuando pases por las aguas yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán» (Isa. 43:2).
¡Oh Padre!, llénanos de tu confianza, y no apartes jamás tu mirada de nosotros.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mayrobys de Cubilla

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