sábado, 14 de julio de 2012

EXPECTATIVAS Y REALIDADES


Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. (Jeremías 17:7).

Uno de los problemas que más afecta a los seres humanos consiste en ver que muchas de sus expectativas no se cumplen. A veces nos aferramos a nuestras desilusiones acariciando dolores, rumiando las injusticias que hemos sufrido y la manera poco apropiada en que hemos sido tratadas. Pero, ¿acaso no habrá alguna forma para protegernos de esas crisis? Por supuesto, veamos algunas recomendaciones.
Confía en Dios. Nuestro Señor Jesucristo nos dejó en su Palabra una advertencia, que todavía hoy es válida. Él dijo: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Ora. El apóstol Pablo en su carta a los Filipenses nos aconseja que por nada estemos angustiados, sino que sean conocidas nuestras peticiones delante de Dios (ver Fil. 4:6). Pedro, inspirado por el Espíritu Santo nos dice: «Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros» (1 Pedro 5:7).
Identifica tus prioridades. Si únicamente concentramos todas nuestras energías en dos aspectos de nuestra vida, y algo sale mal, corremos el riesgo de ser afectadas emocional, espiritual y físicamente. Pero si hemos identificado cinco aspectos prioritarios en vez de dos y surge algún problema en uno de ellos, nuestro bienestar en los demás podría sostenernos y restaurar nuestra salud emocional. Debemos revisar a menudo el orden de prioridades que hemos establecido.
Compara. Contrasta tus expectativas con la realidad. Las grandes expectativas de la vida proveen los momentos más felices de nuestra existencia, a la vez que nos llevan a las más grandes decepciones si no concuerdan con la realidad. El abismo que existe entre las expectativas y la realidad por lo general implica una crisis.
Reajusta. Es conveniente determinar en qué momento necesitamos modificar nuestras expectativas. De todas formas, la vida conlleva una serie de reajustes, acomodar nuestros sueños a la realidad. Quizá debamos, además de modificar, renunciar a algo ocasionalmente, abandonando un sueño, un plan, una ilusión.
Deposita en el Señor tus expectativas.  Él puede guiarnos a fin de que podamos vivir en paz y concretar una relación más íntima con él.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Janet Ribera de Diestre

No hay comentarios:

Publicar un comentario