martes, 11 de septiembre de 2012

GRACIAS POR TODO


Den gracias a Dios por todo. 1 Tesalonicenses 5:18.

¿Dar gracias también por las pruebas y los fracasos? Sé que no es fácil ver cuál es la bendición de que tu novia o novio haya decidido terminar contigo. O de una enfermedad que te impidió participar en el juego final del campeonato. Sin embargo, Dios permite que en ocasiones experimentes pruebas y fracasos porque nube que al final serán una bendición para tu vida.
Toma por ejemplo el caso del profeta Daniel. Cada prueba difícil que le tocó enfrentar al final resultó siendo una bendición. De hecho, quizás nunca habríamos sabido de Daniel si no hubiera sido llevado cautivo a Babilonia.
¿Puedes imaginar lo mal que se habrán sentido Daniel y sus tres amigos mientras eran llevados cautivos a tierra extraña? Por su mente no pasaba la idea de que Dios usaría esa circunstancia como el medio para bendecirlos.
Luego enfrentarían otra difícil prueba: comer los alimentos de la dieta babilónica y contaminarse, o rechazarlos y enfrentar la posibilidad de morir por desobedecer el mandato del rey. Ya sabemos que no se contaminaron. Pero esta prueba sirvió para que Nabucodonosor los conociera y para colocar en alto el nombre de Dios (ver Dan. 1:17-21).
En otra ocasión, cuando los sabios del reino no pudieron adivinar el sueño de Nabucodonosor, la vida de Daniel y sus amigos corrió peligro nuevamente, pero esta prueba también sirvió para que Daniel fuera nombrado para su elevada magistratura y, por supuesto, para glorificar a Dios (cap. 2). Algo similar ocurrió cuando Ananías, Misael y Azarías enfrentaron la prueba del horno de fuego (cap. 3); y cuando el mismo Daniel fue milagrosamente librado de una muerte segura en el foso de los leones (cap. 6).
¿Conclusión? Dios tiene poder para transformar nuestros fracasos en victorias, y para convertir nuestra tristeza en gozo.
Si has tenido un fracaso reciente, recuerda que Dios tiene poder para convertir la maldición en bendición. Si una puerta se cerró hoy, Dios abrirá otra mañana. Si hoy la pareja de tus sueños te dio la espalda, mañana Dios proveerá una mejor. Si por ser fiel a tus principios perdiste hoy algo valioso, mañana él te convertirá en triunfador. Esta es su promesa: «El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha» (Sal. 126:5, NVI).
Gracias, Señor, porque dispones todas las cosas para el bien de quienes te aman.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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