viernes, 26 de octubre de 2012

«EL PELOTÓN DE AGUIJONES»


No se relacionen con personas inmorales. 1 Corintios 5:9, NVI.

«El pelotón de aguijones». Este era el nombre de un grupo de adolescentes, de Lakewood, California, que un día decidieron competir sexualmente. El juego consistía en determinar cuál de ellos podría tener relaciones sexuales con el mayor número de muchachas. 
Cuando las autoridades descubrieron «el juego», algunos ya habían obtenido un puntaje superior a cincuenta. ¡Cada punto indicaba una relación sexual! (The New York Times, edición en línea, www.nytimes.com, 30 de marzo de 1993),  Esta es la desgracia que resulta cuando se cree, como muchos enseñan hoy día, que la virginidad es un problema; y que la promiscuidad sexual, una virtud. La realidad nos muestra exactamente lo opuesto: la promiscuidad sexual es un problema; la pureza sexual, una virtud. 
¿Por qué las relaciones sexuales prematrimoniales son un problema?  Porque los jóvenes se están involucrando en ellas con más frecuencia y a más temprana edad. Porque los embarazos adolescentes están aumentando y también los abortos, las madres solteras y las enfermedades de transmisión sexual.  Porque el daño espiritual, psicológico y moral que se produce es, a veces, irreparable. 
¿Y por qué la pureza sexual es una virtud? Porque los jóvenes que asumen este compromiso son dueños de dos dones muy preciosos que Dios les dio, y que nadie se los puede arrebatar sin su permiso: la pureza de su cuerpo y la capacidad de decidir qué conducta seguir en cada circunstancia. 
Señor, ayúdame a proteger mi cuerpo y mi corazón contra la impureza sexual.
A este grupo pertenece Sandra. Cuando en la universidad un joven la quiso manipular con el trillado «Si me amas, demuéstramelo», su respuesta fue categórica: «No te equivoques conmigo. No tengo relaciones sexuales con nadie. ¡En eso soy radical!». Y cuando alguien le preguntó el porqué de esta actitud tan firme, respondió: «La gente espera que tengas relaciones. Esa es la práctica. Pero yo me rebelo contra eso. No tengo relaciones sexuales [premaritales] porque quiero proteger mi corazón y mi cuerpo. Participar de ello equivale a dar demasiado de ambos» (David Marshall, Adventist Review [Revista adventista], 13 de noviembre de 2003, pp. 26-28).
En materia sexual, Sandra ya tomó su decisión: mantener pura para el matrimonio.
¿Y tú? ¿Ya tomaste tu decisión? 
Señor, ayúdame a proteger mi cuerpo y mi corazón contra la impureza sexual.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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