sábado, 6 de octubre de 2012

EL POLVO Y LA PACIENCIA


Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento;  al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad. (2 Pedro 1:5-6).

El apóstol pedro nos exhorta a que tratemos de superarnos a diario. Nos insta a crecer y a que aportemos a nuestras vidas las características que Dios desea que poseamos.
La vida está llena de constantes desafíos y si no crecemos en sentido espiritual lo que haremos será retroceder. Si nos proponemos mejorar minuto a minuto, Dios llenará nuestra vida de paciencia.
Al enfrentar muchas situaciones difíciles he aprendido a depender más de Dios. Incluso en ocasiones permití que el escozor de un maltrato me llevara a contestar de forma inadecuada a mis seres queridos; pero Dios me enseñó que cada cosa que me causa dolor debo aprovecharla para madurar y para avanzar en mi experiencia cristiana.
Recuerdo que cuando estaba en la escuela secundaria había un compañero que no me apreciaba porque yo era cristiana, y porque mis calificaciones eran buenas. Siempre buscaba la manera de hacerme perder la paciencia. Un día, mientras conversaba con una amiga, él se nos acercó. Yo le estaba mostrando a ella un trabajo en punto de cruz que estaba confeccionando. Aquel chico lo tomó de manos de mi amiga, lo observó y, como lo más natural del mundo, se agachó y comenzó a llenarlo de tierra. Luego se levantó y me lo entregó. Mi amiga me dijo: «Yo en tu lugar le habría dado una bofetada para que aprendiera a respetar».
Mi amiga era una chica juiciosa y muy amable y su comentario me llamó la atención. La verdad es que en aquel momento no sentí enojo contra mi compañero. Yo había orado mucho a Dios a fin de que me diera paciencia al tratar con aquel joven tan maleducado. Aquel día solo sentí una paz inmensa.
Años después aquel tosco joven me llamó y entre otras cosas me preguntó cómo había sido tan paciente con él. Yo le respondí que «¡únicamente Dios puede llenar nuestros corazones de verdadera paciencia!». ¡Que Dios te bendiga hoy y siempre, al poner en práctica la paciencia que él te da!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa

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