sábado, 6 de octubre de 2012

LA «JUDAS» DEL ANTIGUO TESTAMENTO


Los labios de la mujer extraña destilan miel y su paladar es más suave que el aceite, pero su final es amargo como el ajenjo. Proverbios 5:3-4, RV95.

La llaman «la Judas del Antiguo Testamento». Era bella y traicionera. Persistente y mentirosa. Astuta y venenosa. ¿De quién estoy hablando? No es la serpiente que engañó a Eva (aunque el parecido es asombroso).  Es Dalila, la filistea que cautivó a Sansón con su belleza, y luego lo vendió por mil cien monedas de plata.
No es mucho el espacio que le dedica la Biblia a Dalila, pero es suficiente para obtener una idea bastante completa de las habilidades de esta perversa. Tres veces puso la trampa para que Sansón le revelara el secreto de su fuerza. Y tres veces él logró esquivarla. Entonces ella echó mano de su «arma secreta»:
—¡Mentiroso! ¿Cómo te atreves a decir que me quieres? Ya van tres veces que te burlas de mí, y todavía no me has dicho de dónde te viene toda tu fuerza (Jue. 16:15).
No es difícil imaginarla mientras expresa estas palabras. Quizás las ensayó bien como buena artista que era. Quizás algunas lagrimitas se deslizaron por sus mejillas mientras las pronunciaba. Lo cierto es que el teatro le funcionó a la perfección: «Como era tanta la insistencia de Dalila, [...] Sansón estaba tan fastidiado que tenía ganas de morirse; así que finalmente le contó a Dalila su secreto» (vers. 16,17).
Es difícil leer este relato sin hacerse varias preguntas. En primer lugar, ¿de qué sirve la fuerza física sin la fuerza moral? Sirve de muy poco, porque la grandeza de una persona no se mide por su fuerza física, sino por la rectitud de sus principios. Otra pregunta: ¿de qué sirve el atractivo físico que poseía Dalila, si al final se usa para fines malignos? Sirve para destruir, para engañar, y para que la gente lo recuerde a uno como un ser despreciable.
Una pregunta más: ¿No se dio cuenta Sansón de que Dalila, «la consumidora», en realidad no lo quería? ¿Cómo pudo ser tan ciego?
Lee de nuevo, por favor, el versículo para hoy. (Sé que habla de la mujer seductora, pero igual se puede aplicar al hombre seductor). Y recuerda este consejo: Cuídate de esos «bombones» que parecen dulces como la miel, porque al final pueden ser tan amargos como la hiel.
Señor, que al escoger a mi futuro cónyuge, mis ojos puedan detectar la belleza de su corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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