domingo, 14 de octubre de 2012

ORAR JUNTOS


«Así que, lejos de mí pecar contra Jehová dejando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto» (1 Samuel 12:23).

La oración en común traerá la unidad y esta se expresará en las palabras empleadas. Un ejemplo negativo lo encontramos en las letras de muchos de los himnos que, semana tras semana, cantamos en la iglesia. Los pronombres que se suelen utilizar son «tú», referido a Dios, y «yo», referido a cada uno de nosotros mismos. Parece como si en la adoración solo intervinieran dos personas. Haga la prueba: Sugiera al director de canto congregacional que, cada vez que aparezca la primera persona del singular la cambie por su equivalente en plural. Estoy convencido de que el resultado será sorprendente.
Verá, cuando nos reunimos para adorar al Señor, antes de cruzar la puerta somos «yo» pero, una vez dentro, dejamos de ser un «yo» en singular y pasamos a ser «nosotros». ¿Cómo es posible que quinientas personas canten alabanzas a Dios al mismo tiempo y en el mismo lugar y usen la primera persona del singular? No es coherente.
Este concepto es aún más importante cuando se trata de la oración. Cuando oramos juntos debemos utilizar el pronombre «nosotros» en lugar de «yo», tenga en cuenta que cuando Jesús nos enseñó a orar, nos enseñó a decir: «Padre nuestro».
¿Por qué no: «Padre mío» ? El uso de la palabra «nuestro» descarta cualquier pensamiento de egoísmo o exclusividad. En la oración a solas es «Padre
mío», pero en la oración en común tiene que ser «Padre nuestro».
«Cuando os toque orar en la congregación, recordad que habláis con Dios y que él desea que habléis de forma tal que todos los presentes puedan unir sus súplicas a las vuestras. Una oración expresada en forma tan apresurada que las palabras se confunden no honra a Dios y no beneficia a los oyentes. Es necesario que los ministros y todos los que elevan oraciones en público aprendan a orar de tal manera que Dios sea glorificado y que sean bendecidos los que escuchan. Es necesario que hablen despacio y en forma precisa; en un tono lo suficientemente alto para ser escuchado por todos, de manera que puedan unirse para decir: "Amén"» (Testimonios para la iglesia, tomo 6, sec. 6, p. 383).
Elija un compañero de oración y oren juntos tan a menudo como sea posible.  Basado en Lucas 18:1-8.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

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