domingo, 11 de noviembre de 2012

EL PRIVILEGIO DE ABRIR PUERTAS

Manténganse constantes en la oración, siempre alerta y dando gracias a Dios. Colosenses 4:2

Imagina a una persona que ha pasado muchos años en prisión. ¿Qué piensas será lo primero que hará al obtener su libertad?
Hace poco leí de un hombre que lo primero que hizo al salir de la cárcel fue disfrutar el placer de abrir puertas. Él contaba que durante años, mientras estuvo en la cárcel, su vida giró alrededor de puertas cerradas. Cada puerta cerrada le recordaba el triste hecho de que no tenía libertad. Cuando una puerta se abría delante de él era porque otro la abría. Pero apenas salió en libertad se tomó el tiempo para ir a lugares donde él abría las puertas y las cerraba. Poco le importó que la gente se riera de él. Lo que para otros era una acción ordinaria, para él era todo un privilegio.
Al leer esta historia, no pude evitar pensar en la cantidad de «privilegios» que  a diario disfrutamos sin siquiera darnos cuenta. Entrar y salir con libertad, decidir qué comer, qué ropas usar, qué libros leer, qué lugares visitar... han llegado a ser cosas tan comunes en nuestra vida, que ni siquiera las vemos como privilegios o bendiciones, ¡pero lo son! Lo peor es que tampoco damos gracias por ellas. Ese es el problema que resulta de «acostumbrarnos» a las bendiciones de Dios.
Creo que algo parecido les ocurrió a los israelitas en el desierto. Durante años les «llovió» pan del cielo. ¿Puedes imaginar que el pan nos caiga del cielo? Listo para comer. ¡Y además, todos los días! Pero llegó el día cuando le dijeron a Moisés que estaban aburridos de ese pan (ver Núm. 11:1-6). Se acostumbraron tanto a la bendición del cielo, que al final dejaron de verla como una bendición.
¿Podrías tú pensar en la infinidad de cosas que a diario puedes hacer porque así lo deseas? ¿Verdad que son unas cuantas? ¿Puedes pensar en todas las cosas buenas que recibes cada día de tus familiares, amigos, profesores, vecinos, pastores...? Creo que haríamos bien en ser «un poquito» más agradecidos.

Dios, dame la capacidad de percibir todo lo bueno que hay en mi vida, y de ser más agradecido.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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