viernes, 9 de noviembre de 2012

EL REENCUENTRO


Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber él camino? (Juan 14:5)

El año 2007 trajo consigo un período de pruebas y decisiones difíciles para nuestra familia. Una de ellas consistió en que tuve que separarme de mi esposo y del ministerio que Dios nos había encomendado durante cuatro meses. El motivo era que debía concluir mis estudios universitarios en la Universidad Adventista de Costa Rica; sin embargo, la decisión no fue nada fácil de tomar.
Me sentía feliz por estar en mi país de origen junto con mis dos hijos. Podría de esa forma concluir mis estudios y también compartir una temporada con mis padres y hermanos. El tiempo fue pasando y me sentía cada vez más triste al no estar con mi esposo. Además mis hijos me preguntaban a diario por su papá. Sin embargo, sabíamos que el objetivo ameritaba la separación. Tres meses después de estar en Costa Rica, mi esposo llegó para pasar unos días con nosotros. Fueron horas de mucha alegría; sin embargo, él tuvo que regresar a sus labores en Guatemala. De nuevo nos separamos, aunque en aquella última ocasión fue más difícil, ya que mis dos hijos se enfermaron y sin la presencia y ayuda de mi esposo me sentí muy estresada.
Gracias a esta experiencia vivida tiempo atrás, hoy puedo entender mejor el sufrimiento de Dios al separarse de su amado hijo, Cristo Jesús, durante más de treinta años. Aunque la separación fue difícil para ambos, el propósito era también maravilloso: tu salvación y la mía.
Si has tenido que separarte de algún ser querido por algún motivo, recuerda que muy pronto el Señor Jesús enjugará toda lágrima de sufrimiento y nos reunirá para que nunca más nos separemos. ¡Piensa que podremos vivir con él y con nuestros seres amados por toda la eternidad!
«En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe» (La maravillosa gracia de Dios, p. 191).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Shirley de Casia escribe desde Guatemala.

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