sábado, 3 de noviembre de 2012

NUESTRA TARJETA DE PRESENTACIÓN


Y Dios vio que todo lo que había hecho estaba muy bien. Génesis 1:31

«Excelencia» es una de esas palabras que tienen su época. Todo el mundo habla de ella, pero muy pocos saben exactamente qué significa. ¿Qué es la excelencia? Si buscas la palabra en un diccionario, encontrarás que excelencia hace alusión a aquello que es excelente. Y si buscas excelente, encontrarás que es lo «eminentemente bueno, de primera clase, superior». P. R. Lidstrom nos ayuda a entender su significado cuando afirma que...

EXCELENCIA ES PROCURAR SIEMPRE HACER LAS COSAS DEL MEJOR MODO POSIBLE.
¿Y dónde podemos encontrar un buen ejemplo de excelencia!.  El mejor ejemplo lo encontramos, por supuesto, en nuestro Señor Jesús. Desde el pesebre hasta el Calvario, demostró su «pasión» por un trabajo bien hecho. De su trabajo la gente decía: «Todo lo hace bien». Y hablaba tan bien que los oyentes quedaban «admirados de las cosas tan bellas que decía» (Luc. 4:22).  Aun sus enemigos llegaron a exclamar: «¡Nunca ha hablado nadie como habla él!» (Juan 7:46). Sin lugar a dudas, la excelencia era para Jesucristo su tarjeta de presentación.
Ahora viene la pregunta importante: ¿Es la búsqueda de la excelencia una actitud permanente en ti? ¿Lo es para mí? ¿Es nuestra «tarjeta de presentación»? El caso es que si nos llamamos «cristianos», entonces se espera que representemos bien a Cristo. Y si algo dejan bien en claro las Escrituras, es que nuestro Señor nada tiene que ver con lo mediocre, lo chabacano, lo chapucero. Él todo lo hace bien. Se cuenta que Alejandro Magno, el gran conquistador, supo que entre los soldados de su ejército se hallaba uno cobardón, también llamado Alejandro. Un día lo mandó a llamar y, en términos contundentes, le dijo: «O demuestras que eres valiente, o te cambias de nombre».
El mensaje está claro: o aprendemos a hacer las cosas bien siempre, como las hace Jesucristo, o mejor nos cambiamos de nombre.

Señor, hoy me propongo hacer lo mejor para ti.  Prospera la obra de mis manos y glorifica de este modo tu nombre.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

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