miércoles, 20 de febrero de 2013

NO TE POSTERGUES


Opten por mi instrucción, no por la plata; por el conocimiento, no por el oro refinado. Vale más la sabiduría que las piedras preciosas, y ni lo más deseable se le compara. Proverbios 8:10-11

Muchas damas viven con un sentimiento de frustración debido a sus proyectos inconclusos. Unas no pudieron alcanzar sus aspiraciones por contraer matrimonio, otras dejaron temporalmente su realización profesional por atender el hogar, y otras abandonaron sus proyectos de vida a nivel de sueños. A pesar de esto, todas ellas, en algún rincón del corazón, esperan el momento de hacer realidad los anhelos postergados.
Querida amiga, si te sientes aludida, recuerda que no importa en qué etapa de tu vida te encuentres, puedes hacer que los sueños postergados cristalicen. Lo conseguirás al ser tenaz y con la ayuda de Dios. Que tu primera aspiración consista en llegar a ser una mujer como la que se describe en Proverbios: «Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir» (Prov. 31:25).
La vida actual exige que las mujeres, profesionales, madres y esposas, estemos en constante preparación. Conscientes de que Dios nos ha dotado de habilidades, dones y talentos, tenemos una responsabilidad que no podemos eludir. Todas hemos sido llamadas a ejercer un ministerio a favor de otros, y para cumplir esta labor de servicio tenemos el deber de pulir los dones que nos han sido concedidos. El Señor promete: «Porque el Señor da la sabiduría; conocimiento y ciencia brotan de sus labios [...]; la sabiduría vendrá a tu corazón, y el conocimiento te endulzará la vida» (Prov. 2:6,10).
Si lo que buscas es retomar tus proyectos truncados, debes saber que es un anhelo legítimo que Dios aprueba. Si tu condición actual de vida te lo permite, las aulas de la universidad te esperan; si tus hijos han tomando las riendas de su vida y caminan hacia la independencia con paso firme, no dudes en retomar tu vocación. Si piensas que ya no hay tiempo para la educación formal, entonces tú misma puedes ser tu propia instructora, y en forma autodidacta adquirir el conocimiento en el área de tu preferencia. No esperes más.
Si logras alcanzar la vocación de tu vida, ¡felicidades! Pero no olvides que debe estar al servicio del ministerio que Dios te ha llamado a ejercer. Nunca pierdas de vista que todos tus dones son un legado del Padre, y que tendrás que dar cuenta del uso que hagas de ellos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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