miércoles, 27 de marzo de 2013

REUNIR O ESPARCIR


El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.
Mateo 12:30.

Los hombres y las mujeres a medio convertir, se convierten en cristianos a medias. Son árboles sin frutos. Cristo busca en vano encontrar fruto en ellos; no encuentra sino hojas...
Si se pudiera servir a Cristo y al yo a la misma vez, un gran número se uniría a las filas de aquellos que viajan rumbo al cielo. Pero Jesús no llama a estos. Su causa no necesita este tipo de adherentes.
Los verdaderos seguidores de Cristo emplean su conocimiento para hacer a otros receptores de su gracia. Con sus lámparas llenas de aceite santo, salen a dar luz a los que están en tinieblas. Tales obreros ven a muchas almas tornarse al Señor. Nuevas verdades les son reveladas constantemente, y a medida que las reciben, las imparten.
Quienes han roto las ataduras del pecado, han buscado al Señor con quebrantamiento de corazón y han obtenido respuesta a sus pedidos fervientes por justicia, nunca son fríos ni faltos de espíritu. Advierten que tienen una función que cumplir en la obra de la ganancia de almas. Velan, oran y trabajan por la salvación de las almas. Moldeados y formados por el Espíritu Santo, ganan profundidad y amplitud y estabilidad de carácter cristiano. Obtienen felicidad espiritual perdurable. Al caminar en las huellas de Cristo, se identifican con él en sus planes abnegados. Tales cristianos no son fríos ni duros. Sus corazones están llenos de amor desinteresado por los pecadores. Rechazan toda ambición mundanal, todo egoísmo. El contacto con las cosas profundas de Dios los hace más y más como su Salvador. Se alegran en sus triunfos; están llenos de su gozo. Día tras día están creciendo para alcanzar la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús...
Por la manera en que hacemos la obra que Cristo nos ha dado para hacer en su ausencia, decidimos nuestro destino eterno... Cristo, el Dueño de casa, se ha ido a preparar mansiones para nosotros en la ciudad celestial. Estamos esperando su regreso. Honrémosle en su ausencia haciendo fielmente la obra que ha colocado en nuestras manos. Nos hemos de preparar para su regreso al esperar, velar y trabajar.—

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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