miércoles, 8 de mayo de 2013

SEIS COSAS QUE DIOS ABORRECE – QUINTA PARTE

Los pies que corren a hacer lo malo. Proverbios 6:18

Los pies son los miembros de nuestro cuerpo a los que menos cuidado damos; sin embargo, son dos elementos cruciales para desarrollar un determinado estilo de vida y disfrutar de autonomía. Son nuestro medio de transporte más confiable y seguro. Siempre nos llevarán al lugar preciso donde queremos ir. Un poeta, inspirado en esto, escribió: «Los pies son los que siempre llegan [...] sin saber por qué».
Los caminos del mundo, sin lugar a dudas, han sido recorridos por miles de millones de pies que han caminado en busca de una ruta que les asegurara un llegar feliz. Pero también son muchos los pies que se han desviado de la ruta y no han llegado a donde esperaban.
Los vicios, la promiscuidad, los estilos de vida contrarios a lo que Dios ha declarado como mejor para nosotros, son sendas por las que caminan los pies de los que Dios aborrece. «Sus pies descienden hasta la muerte; sus pasos van derecho al sepulcro» (Prov. 5: 5). Por el contrario, Dios califica como hermosos «los pies del que trae buenas nuevas; del que proclama la paz, del que anuncia buenas noticias, del que proclama la salvación» (Isa. 52: 7).
Amiga, son tantas las mujeres que vienen detrás de ti, las que caminan sobre las huellas que van dejando tus pies en el camino de la vida. Madres jóvenes, hijas, mujeres solteras, incluso niñas, necesitan tener la dirección correcta, y tú tienes el deber de señalársela. No confundas el camino de las que te observan, yendo a la derecha y a la izquierda según las circunstancias. La luz y la oscuridad no pueden estar juntas, lo bueno y lo malo se repelen, lo puro y lo impuro no tienen comunión.
Si hasta hoy nuestros pies han ido por sendas de pecado, ha llegado el momento para nosotras, las mujeres de Dios, de hacer nuestras las palabras del salmista: «Es él quien me arma de valor y endereza mi camino; da a mis pies la ligereza del venado, y me mantiene firme en las alturas» (Sal. 18: 32-33).
Ojalá que cuando Cristo revise nuestra ruta de vida podamos decir con propiedad: «He andado en los caminos del Señor; no he cometido mal alguno ni me he apartado de mi Dios» (Sal. 18:21).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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