domingo, 23 de junio de 2013

EL SEÑOR ES MI PASTOR, UNGE MI CABEZA CON PERFUME

¡Tu Dios te ungió con perfume de alegría! Aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras; desde los palacios adornados con marfil te alegra la música de cuerdas. Salmo 45:7-8

Cuando están en sus lugares de pastoreo, las ovejas pueden ser incluso atacadas por insectos y lastimadas por espinas, sobre todo en sitios en donde el pasto es alto y tupido. Para prevenir esto, el pastor a veces unta con repelente a sus ovejas, usa un aceite preparado con hierbas aromáticas y medicinales, virtualmente un perfume, que ahuyentará a los insectos y suavizará las heridas que las ovejas pudieran hacerse en el camino. ¡Qué cuidado tan especial!
Al transitar por la senda de la vida, nosotras también podemos salir heridas.
Sin embargo, nuestro amoroso Pastor ha hecho provisión para esta contingencia.
La unción con el perfume celestial pone nuestra vida a salvo y nos llena de una alegría especial. Es la unción que nos hace resistentes a las asechanzas de Satanás y nos provee un bálsamo sanador cuando nos lastimamos. Además, nos prepara para prestar un servicio abnegado en favor de otros, algo que concederá significado a la vida. “Has amado la justicia y odiado la maldad; por eso Dios, tu Dios, te ha ungido con aceite de alegría, exaltándote por encima de tus compañeros” (Heb. 1:9).
El Espíritu Santo es el perfume que nuestro Padre Celestial desea derramar sobre cada una de nosotras, y esto es posible en la mujer que voluntariamente busca ser parte del rebaño y se somete a la dirección del Buen Pastor. La invitación que nos hace al respecto el apóstol Pablo es: “Así que les digo: Vivan por el Espíritu, y no seguirán los deseos de la naturaleza pecaminosa. Porque esta desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu desea lo que es contrario a ella. Los dos se oponen entre sí, de modo que ustedes no pueden hacer lo que quieren. […] Si el Espíritu nos da vida, andemos guiados por el Espíritu” (Gál. 5:16, 17, 25).
Hoy, cuando inicies tu quehacer cotidiano, escucha la voz del Pastor, reconoce su rostro y responde a su llamado. En el silencio de la mañana, pídele que derrame sobre ti el perfume de la alegría y recibirás las mejores y más grandes bendiciones.
Realiza tus deberes consciente de que la vara del Pastor te llevará por una senda de rectitud y por el camino de la perfección.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

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