domingo, 23 de junio de 2013

SIN CRUZ NO HAY CORONA

Jesús dijo: “El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” (Mat. 10:38).

La razón principal por la cual muchos vacilan y deciden no seguir a Jesús, es porque tienen miedo de llevar la cruz. Sin embargo, Jesús no nos quita nada que sea para nuestro bien. Cuando realmente amamos a Jesús, la cruz no es demasiado pesada; en realidad, ni la notamos. Hay quienes dicen: “Yo quiero ser cristiano, pero parece muy difícil. Hay tantas cosas que no debemos hacer… ¡Hacer lo correcto es tan difícil!”
Concretamente, ¿qué es la cruz que Jesús nos pide que llevemos? Es la cruz de la abnegación, la necesidad de abandonar cualquier cosa que se interponga entre nosotros y Dios.
Cada uno tiene la suya. Ninguna es igual a las demás. Lo más probable es que sea un hábito, un rasgo que sabemos que no es bueno, pero que lo hemos tolerado por tanto tiempo que nos parece que no podemos abandonarlo sin perder algo precioso. Puede ser el odio, creer que algunas personas nos han perjudicado injustamente y merecen un acto de venganza.
Pero sea lo que sea, tenemos que darnos cuenta de que el problema está dentro de nosotros y, además, representa un obstáculo para el desarrollo de nuestra vida espiritual.
Se dice que un día la reina Victoria escuchó un vibrante sermón sobre la venida de Cristo predicado por su capellán, Dean Farrar. Al salir de la capilla le dio la mano, diciendo:
-¡Oh, cuánto me gustaría ver venir a Jesús!
Al ver las lágrimas en los ojos de la reina, el pastor preguntó:
-¿Por qué, Majestad?
-Porque me gustaría mucho quitarme la corona y ponerla a sus pies -respondió la reina.
Ahora mismo tenemos una corona que deberíamos poner a los pies de Jesús. Es la corona de la facultad de elección. El Señor nunca nos obligará a rendirle ese homenaje, pero si lo queremos de verdad, podemos quitarnos esa corona y ponerla a los pies de Jesús.
Entonces él pondrá sobre nuestra cabeza otra corona: la corona del amor. Solo cuando esa corona de amor esté firmemente asentada sobre nuestra cabeza, solo cuando el amor de Jesús reemplace nuestro amor al yo, los demás serán atraídos a él. Y lo que es más importante, estaremos cuidando nuestra corona para que nadie nos la quite. Y esto es importante y urgente porque él dijo: “Vengo pronto” (Apoc. 3:11). ¿Tienes segura tu corona? “Aférrate a lo que tienes”. Es urgente.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

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