miércoles, 17 de julio de 2013

LA EXPERIENCIA DE DESAPRENDER

Y Moisés convino en morar con aquel varón. Éxodo 2:21.

En todos los que han sido escogidos para cumplir una obra para Dios se nota el elemento humano… Conectados con Dios, la fuente de toda sabiduría, los individuos pueden obtener el nivel más elevado de excelencia moral…
Moisés había aprendido muchas cosas que debía olvidar. Las influencias que lo habían rodeado en Egipto, el amor a su madre adoptiva, su propia posición elevada como nieto del rey, la solemne grandeza del arte, el libertinaje que reinaba por doquier, el imponente escenario del culto idólatra, y la repetición constante por parte de los sacerdotes de incontables fábulas sobre el poder de sus dioses; todo esto había dejado una profunda impresión en su mente entonces en desarrollo, y hasta cierto punto había amoldado sus hábitos y su carácter. El tiempo, el cambio de ambiente y la comunión con Dios podían hacer desaparecer estas impresiones. Desechar las semillas del error e implantar en su lugar la verdad exigiría, de parte de Moisés mismo, un esfuerzo intenso y perseverante, una lucha de vida o muerte. En todo momento, Satanás estaría dispuesto a fortalecer el error y desplazar la verdad, pero aunque Dios designó que Moisés aprendiera por sí mismo a través de la disciplina severa, él mismo sería su Ayudador constante contra Satanás cuando el conflicto fuese demasiado severo para la fuerza humana…
La luz de la naturaleza y la revelación proceden de la misma Fuente; enseñan grandes verdades y siempre concuerdan una con la otra. Cuando Moisés vio que todas las obras creadas de Dios actúan en sublime armonía con sus leyes, advirtió cuán irrazonable es que los seres humanos se coloquen en oposición a la Ley de Dios. [Para Moisés] traer el corazón y la mente a una conformidad total con la verdad y el cielo resultó en el conflicto más difícil y el esfuerzo más prolongado; pero finalmente fue victorioso…
Según pasaban años tras años y el siervo de Dios permanecía en esta humilde posición, a una persona de menor fe le habría parecido que Dios la había olvidado; que su habilidad y experiencia no serían aprovechadas por el mundo.
Pero al vagar con sus rebaños silenciosos por lugares solitarios, pensaba constantemente en la condición abyecta de su pueblo. Recordaba la manera en que Dios había tratado con sus fieles en el pasado y sus promesas de un bien futuro, y su alma se extendía hacia Dios, para interceder por sus hermanos cautivos. Sus fervientes oraciones hacían eco en medio de las cavernas entre montañas día y noche. Nunca se cansaba de presentar ante Dios las promesas hechas por él a su pueblo, y de rogarle por su liberación -Signs of the Times, 19 de febrero de 1880.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White

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