jueves, 28 de enero de 2016

EL DÍA MÁS LARGO

Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac… pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos. Hebreos 11:17,19.

Silenciosamente, Abraham se deslizó en la tienda donde estaba durmiendo Isaac.
Mientras miraba el rostro pacífico de su hijo, se preguntaba cómo podría, alguna vez, seguir el requerimiento de Dios. En ese momento, Abraham deseaba contarle a su esposa lo que Dios le había dicho pero, cuando fue al lugar donde ella estaba durmiendo, se frenó en seco. Si la despertaba, ¿le dificultaría el poder hacer lo que Dios le había mandado? “Isaac era la delicia y el orgullo de Sara; la vida de ella estaba ligada a él, y el amor materno podría rehusar el sacrificio” (Patriarcas y profetas, p. 145). No, debió hacerlo todo solo, confiando en Dios a cada paso del camino.
De nuevo fue al lado de la cama de Isaac. “Isaac, despiértate, mi hijo”.
Isaac frotó sus ojos y se sentó, desconcertado.
“Shhhh”, susurró Abraham. “Dios me dijo que adorara en una montaña distante. Tienes que venir conmigo”. Esto no era una sorpresa para Isaac. Su padre con frecuencia lo había llevado consigo para adorar. Era extremadamente temprano y esta soñoliento, pero había sido educado para ser obediente a sus padres.
Con dos de sus siervos de confianza, Abraham e Isaac se dirigieron hacia el norte, hacia el monte Moriah. Ninguno hablaba. Abraham guardó su terrible secreto. “Pensaba en la amante y orgullosa madre, y en el día en que él habría de regresar solo adonde ella estaba” (ibíd., p. 146).
“Aquel día, el más largo en la vida de Abraham, llegó lentamente a su fin. Mientras su hijo y los siervos dormían, él pasó la noche en oración, todavía con la esperanza de que algún mensajero celestial viniese a decirle que la prueba era ya suficiente, que el joven podía regresar sano y salvo a su madre. Pero su alma torturada no recibió alivio” (ibíd).
En silencio, ellos siguieron. Otro día entero pasó y otra noche de oración. El diablo estaba presente para susurrarle toda clase de dudas. Quizás Abraham en realidad no había entendido a Dios correctamente.
Pero, en la tercera mañana de su viaje, Abraham miró hacia el norte y vio la señal prometida, que indicaba que Dios lo estaba guiando. Había una hermosa nube brillante sobrevolando el monte Moriah. Ahora su fe era tan fuerte que realmente creía que Dios resucitaría a Isaac de los muertos, si era necesario.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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