martes, 26 de enero de 2016

INEXPERTA EN AMAR

Creo en el amor, pero no me quedo sentada esperando a que llegue. Renee Zellweger

El capellán de un hospital entró al cuarto de una señora. De mediana edad y aspecto de estar gravemente enferma, se la veía preocupada y ansiosa. Deteniéndose al lado de la cama él empezó a presentarse pero, antes de que pudiera terminar, la mujer exclamó: “No me interesa oír ningún sermón ni hablar con ningún pastor. Tengo mi iglesia y mis creencias y no quiero oír nada más. Así que no vuelva a visitarme”. El capellán empezó a retirarse cuando, de pronto, se detuvo y dijo con suavidad: “No he venido aquí a predicarle, sino a darle amor”. La paciente, desconcertada, sonrió, se calmó y dijo: “Entonces siéntese, porque en estos momentos tengo mucha necesidad de amor”.*
Cuántos expertos tenemos en nuestras iglesias: expertos en el arte de predicar, miembros profesionales de altísimo nivel, grandes administradores, médicos, abogados, ejecutivos… que en realidad transmiten frialdad y ofrecen un tipo de relación superficial. Sin embargo, qué pocos expertos en amar encontramos en nuestro medio y qué necesidad tan grande tenemos de amor. Lamentablemente, por causa de que existe tanta maldad el amor de muchos se ha enfriado (Mat. 24:12).
Dios mismo ha implantado en nuestros corazones la necesidad de amar y ser amados. Bien seas profesional o ama de casa, soltera o casada, no hay autosuficiencia que te libere de la necesidad de amar y ser amada. Amar, para poder llegar a esas personas que, como la mujer de este relato, se encuentran encerradas en sí mismas por causa de la frialdad reinante; ser amada para poder, como la mujer de este relato, salir del encierro en que te encuentras por causa de la frialdad reinante. ¿Lo ves? Así funciona el amor: como círculos concéntricos que van creciendo en dimensión y abarcando cada vez más allá de este mar que es la vida. Y quien lanza la piedra que da origen a ese amor es Dios, que nos ha dicho desde el principio: “Yo te he amado con amor eterno; por eso te sigo tratando con bondad” (Jer. 31:3).
¿Responderemos a ese amor mostrando amor a nuestros semejantes para que, a través de nosotras, puedan conocer a Dios? Si nos decidimos a dar el primer paso, pronto nos convertiremos en expertas en amar.
Douglas Cooper, El amor de Dios (Doral, Florida: IADPA, 1996), p. 21.

“Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de las tres es el amor” (1 Cor. 13:13, NTV).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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