miércoles, 3 de febrero de 2016

QUE TU VIDA SEA SU VIDA

No te preocupes porque tus hijos no escuchan; preocúpate porque siempre te están observando. Robert Fulghum

Nadie tiene una varita mágica para educar bien a los hijos. Los hijos del pastor son a veces los que peor se portan de la iglesia, y unos padres temerosos de Dios pueden descubrir de la noche a la mañana que su hijo es drogadicto, o incluso algo peor. Sin embargo, fíjate en lo que dijo el sabio: “Como flechas en las manos del guerrero son los hijos” (Sal. 127:4, NV1).
Las flechas, disparadas por un arquero, van en la dirección en la que se encuentre la diana, elegida por el propio arquero. Supongamos que los padres son los arqueros, que toman en sus manos a esos seres indefensos, y que la diana es la meta hacia la cual quieren que estén siempre enfocadas las vidas de sus hijos; entonces, quizá las primeras preguntas que todo arquero deba hacerse sean: ¿Qué meta estoy inculcando a mis hijos? ¿Hacia dónde quiero que apunten cuando ya no estén bajo mis alas?
Toda madre cristiana quisiera ser como Ana, que se propuso en su corazón: “Mientras viva, [mi hijo] estará dedicado al Señor” (1 Sam. 1:28) y le salió bien con Samuel, aunque nada sabemos de los otros cinco hijos que tuvo después de él (ver 1 Sam. 2:21). Pero existen mamás como la de Sansón, que tenía clara la meta para su hijo y, sin embargo, aquella flecha se inclinó a los placeres antes que a Dios (ver Juec. 16).
No parece haber respuestas a los miles de interrogantes que alberga el corazón de una madre. Ella lee en la Escritura: “Instruye al niño en su camino, y ni aun de viejo se apartará de él” (Prov. 22:6, NVI), y lo cree, pero cómo calmar la inquietud…
Muéstrales a tus hijos un Dios real siguiendo este principio: “Grábate en la mente todas las cosas que hoy te he dicho, y enséñaselas continuamente a tus hijos; háblales de ellas, tanto en tu casa como en el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes” (Deut. 6:6, 7). Vive la fe que predicas.
Todo lo que hacemos tiene una dimensión espiritual, por tanto no limitemos la religión de nuestro hogar a una oración antes de comer y otra al irnos a la cama; no hagamos de Dios una parte de nuestra vida, hagamos de Dios nuestra vida, para que sea también su vida.

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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