sábado, 5 de marzo de 2016

HUYE DE ELLA

“Oren, para que no caigan en tentación

En 1999, los pescadores de atún de Massachussets, Estados Unidos, estaban rebosantes de alegría, pues a tan solo treinta millas de Cabo Cod había un inmenso cardumen de atún listo para ser capturado. Tan grande era el entusiasmo que una empresa prometió pagar cincuenta mil dólares a quien pescara un atún grande de aleta azul. La abundancia de peces y el excelente pago impulsaron a muchos pescadores inexpertos a unirse a la aventura. Por su inexperiencia, subestimaron la fortaleza y la rapidez del atún y en cuestión de días, embarcaciones como el Christi Anne, el Basic Instinto y el Official Business naufragaron porque no pudieron lidiar con la impresionante fuerza del atún.
Qué relato tan apropiado para ilustrar lo que nos puede suceder con la tentación y el pecado. A veces, impresionados por los placeres temporales que nos ofrece el mundo, nos adentramos en sus territorios, para luego naufragar ante la despiadada embestida del pecado. Cuando minimizamos el poder del pecado terminamos derrotados. Otras veces tenemos, incluso, la osadía de ponerle cara bonita a la tentación y creemos que podremos lidiar con ella y salir victoriosos. Y ahí radica nuestro problema. Dios le dijo a Caín: “El pecado te acecha, como una fiera lista para atraparte” (Génesis 4:7, NVI). ¿Captas el mensaje? El pecado siempre está presto para atacar. Siendo así, ¿qué sentido tiene que nos acerquemos a su territorio?
Pablo dice que muchos “caen en la tentación como en una trampa, y se ven asaltados por muchos deseos insensatos y perjudiciales, que hunden a los hombres en la ruina y la condenación” (1 Timoteo 6:9). ¿Te gustaría quedar arruinado y condenado? ¡Supongo que no! Aunque me parece que tiene cierta dosis de ironía, creo que Mark Twain dio en el clavo cuando dijo: “Hay muchos excelentes medios de protegerse contra la tentación, pero el más seguro es la cobardía”. Pablo le aconsejó al joven Timoteo: “Huye de las pasiones de la juventud” (2 Timoteo 2:22). Esta es la promesa divina: “Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida” (Santiago 1:12, NVI). Hoy no te enfrentes a la tentación, más bien huye de ella.

Lecturas devocionales para Jóvenes 2016
“VISITA MI MURO, 366 MENSAJES QUE INSPIRAN”
Por: J. Vladimir Polanco
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