viernes, 8 de abril de 2016

FUNERAL EN LA CIMA DE LA MONTAÑA

Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos. Salmo 116:15.

Los israelitas lentamente se abrieron paso a lo largo de la base de una escabrosa cadena de montañas, pasando por alto el sombrío desierto en su camino, rodeando Edom. Finalmente, se detuvieron para acampar en la base del monte Hor, que se elevaba a lo lejos por sobre el desolado valle.
Luego ocurrió algo extraño. Sin ninguna palabra dirigida al pueblo, Moisés, Aarón y Eleazar, el hijo de Aarón, se abrieron camino fuera del campamento. El pueblo observaba y se preguntaba, mientras los dos hombres mayores y el más joven comenzaron tan lentamente a subir el monte Hor por qué estaría Aarón subiendo una montaña vestido con sus hermosas ropas sacerdotales. Todo era muy misterioso. Ellos no sabían que Dios le había dicho a Moisés que llevara a Aarón y a Eleazar a la cima del monte Hor porque allí iba a morir el sumo sacerdote y ser enterrado, y Eleazar tomaría el lugar de su padre.
Aunque Moisés y Aarón eran canosos por su edad, eran hombres fuertes. Y, como era su última vez juntos, querían hacerlo valer. Mientras miraban hacia abajo, al campamento esparcido tan cuidadosamente, pensaban en los muchos años que habían pasado juntos ayudando a estos ex esclavos a aprender acerca de Dios. Habían dado lo mejor de sus vidas a los hijos de Israel.
En algún lugar, más allá de los montes, estaba el camino hacia la Tierra Prometida. Moisés y Aarón se entristecieron al pensar en lo que les había impedido entrar, pero no se quejaron.
El trabajo de Aarón había terminado. Había estado al lado de su hermano todos estos largos años y Dios mismo lo había escogido como sumo sacerdote. Pero, su registro fue arruinado con los terribles pecados de la construcción del becerro de oro, la murmuración con María y el haberse unido a Moisés en su enojo en Cades. Como representaba a Jesús, el gran Sumo Sacerdote, sus pecados eran particularmente grandes. Pero se había arrepentido y, con paz en su corazón, estaba listo para morir.
Tristemente, Moisés le sacó a Aarón las prendas exteriores y se las puso a Eleazar, quien ahora iba a ser el sumo sacerdote. Luego Aarón, ahora de 123 años, se recostó tranquilamente y murió en los brazos de su hermano. Moisés y Eleazar lo enterraron en la cumbre del monte Hor.
Cuando Jesús vuelva, Aarón, por su fe en el Señor, se levantará de nuevo para encontrarse con Moisés y toda la hueste de los salvos.

Tomado de devoción matutina para menores 2016
¡GENIAL! Dios tiene un plan para ti
Por: Jan S. Doward
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