miércoles, 6 de abril de 2016

INSPIRADA, NO DESESPERADA

No pierdas el tiempo lamentándote por lo que no puedes cambiar. Norman Vincent Peale

No sé si a ti te habrá pasado pero yo, en ocasiones, me he avergonzado de las personas que estaban conmigo. Por ser familiares míos, o amigos míos, en fin, gente cercana a mí, sentía como una responsabilidad por su conducta y me frustraba cuando no estaban públicamente a la altura. A veces, incluso me pasaba con desconocidos. En el fondo, era orgullo herido: no quería que me asociaran con gente que llamara la atención de manera negativa. Me preocupaba demasiado mi imagen.
Pasado el momento de incomodidad, siempre me quedaba pensando que no era positivo lo que yo sentía, y deseaba encontrar un modo de superar aquel sentimiento de inferioridad. Estudiar la vida de Jesús y ser consciente del poder de Dios para ayudarme a superar ciertas limitaciones, me hicieron madurar a este respecto. Hoy le pido a Dios que me inspire una respuesta o una solución oportunas cuando me siento tentada a avergonzarme de alguien. Como inspirado estuvo Paderewski en este relato que se cuenta sobre él.
Una madre llevó a su hijo de ocho años a un concierto del gran pianista polaco. Como el niño tenía talento musical, la mamá creyó que le haría bien escuchar en directo a Paderewski. Ya dentro de la sala, la madre se paró a saludar a unos conocidos y el niño, cansado de esperar, se subió al escenario. Sin darse cuenta, el encargado del evento abrió el telón para dar paso a Paderewski, pero quien apareció sentado al piano fue el pequeño, golpeando en las teclas una melodía infantil. ¡Imagínate la vergüenza de aquella mujer!
Pero Paderewski no se avergonzó. No dudó en salir al escenario. Se sentó junto al pequeño y le dijo: “Sigue tocando”. Y comenzó a acompañar la melodía con un arreglo improvisado. De esa manera convirtió una situación embarazosa para todo el mundo, en un momento emocionante y maravillosamente creativo.*
Pide ayuda a Dios para que te dé confianza y fortaleza cuando te sientas tentada a sentir vergüenza ajena, e inspiración para salir del paso con una refinada elegancia cristiana. Jesús no se avergüenza de ti ni de mí, a pesar de que le damos sobrados motivos para hacerlo.
* Norman Vincent Peale, Bible Power for Successful Living (Nueva York: Peale Center for Christian Living, 1993), p. 34.

“El Hijo de Dios no se avergüenza de llamarlos hermanos” (Heb. 2:11). “Todo lo que no se hace con la convicción que da la fe, es pecado” (Rom. 14:23).

Tomado de Lecturas Devocionales para Damas 2016
ANTE TODO, CRISTIANA
Por: Mónica Díaz
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