jueves, 5 de enero de 2017

TANTA ANGUSTIA POR NADA

“Por nada estéis angustiados” (Fil. 4:6).

-La asistente de la maestra tuvo un ataque de ansiedad hoy-dijo Melissa, mientras dejaba su mochila en la mesa del comedor- Fue una experiencia bastante desagradable.
Por aquella época, esa era la expresión favorita de mi hija. Yo me reí para mis adentros, y luego le pregunté qué era lo que había sido desagradable.
-Su comportamiento de hoy-dijo Melissa, en tono inquieto- Estaba muy, muy, muy irritable, y gritó a varios niños.
Levanté una ceja (en realidad, la levanto desde que era niña; mi ceja tiende a subir cuando mi cerebro está procesando alguna pregunta). Melissa se dio cuenta de que mi ceja estaba subida, y respondió a mi pregunta antes de que yo la formulara: -Puso una oferta para un apartamento hace tres días, y no ha sabido nada todavía. Así que, no pudo dormir y dice que está muy ansiosa.
-Es una pena -dije a mi hija- ¿Crees que su ansiedad va a alterar el resultado de la oferta?
-Para nada -me respondió Melissa- Esa es la razón por la que le recordé que la Biblia dice que no debemos estar preocupados por nada.
No creo que a la maestra le haya gustado nada ese comentario de mi hija, pensé yo, sin verbalizarlo.
-No le gustó que yo le dijera eso -añadió entonces Melissa, haciéndose eco de mis pensamientos-. Me dijo que no me metiera en sus asuntos y que la Biblia no se aplica a esa situación, porque hay cosas por las que es perfectamente normal estar preocupados.
Melissa hizo una pausa, puso la mano en la barbilla y luego me preguntó:
-¿Por qué cosas es “perfectamente normal” estar preocupados?
-Creo que el texto dice exactamente lo que dice -comenté-: “Por nada estéis angustiados”.
Discutimos la diferencia entre resolver problemas, evaluar alternativas, escoger la mejor opción que se tenga en el momento, de acuerdo con el conocimiento y la experiencia, y luego dejar ir la preocupación o quedarse enredado en la ansiedad.
-La ansiedad irrita el cerebro, y centra la atención y la energía en las partes inferiores del sistema nervioso central -le expliqué-, que es donde el estrés responde luchando o huyendo. Las investigaciones sobre las funciones cerebrales muestran que la ansiedad tiene un impacto negativo en el cerebro, en el sistema inmunológico y en la salud en general. Por eso, “por nada estéis angustiados”.
—¡Ohhhh! -exclamó Melissa- Entonces, como la ayudante de la maestra no pudo huir de la escuela, ¡se puso a gritarnos!
¿Crees que está bien angustiarse tanto por las cosas? Si últimamente estás angustiada, detente por un momento a pensar en ello.  Arlene R. Taylor

Tomado de lecturas devocionales para Damas 2017
VIVIR EN SU AMOR    
Por: Carolyn Rathbun Sutton – Ardis Dick Stenbakken
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