jueves, 23 de enero de 2020

LA VOZ QUE ME ORIENTA


“Entonces tus oídos oirán detrás de ti la palabra que diga: ‘Este es el camino, andad por él y no echéis a la mano derecha, ni tampoco os desviéis a la mano izquierda’ ” (Isaías 30:21).

El sentido que suele experimentar más pérdidas en el ser humano es el oído. A partir de los cuarenta años ya se observan pérdidas ligeras de la capacidad auditiva, aunque la mayoría de los afectados no las notan. Sin embargo, al llegar a los sesenta y cinco años, uno de cada tres ya tiene problemas importantes de audición. Y cuando tomamos el grupo de personas de ochenta y cinco años, la mitad cuenta con pérdidas significativas de audición. Los riesgos son amplios y algunos muy graves. El afectado puede perderse información importante, correr riesgo de accidentes, sufrir vergüenza, irritación y frustración al pedir una y otra vez que le repitan lo dicho. En los casos más graves, la persona pierde la independencia, la capacidad de adquirir nuevos conocimientos e incluso puede acabar en la paranoia o la depresión. Por supuesto, las prótesis ayudan, aunque cuentan con limitaciones importantes.
Es triste ver el deterioro sensorial. Pero la habilidad auditiva pierde toda importancia cuando la comparamos con la habilidad para escuchar la voz del Señor, como describe el versículo de hoy. Para ello tenemos que mantener la sintonía con el Creador de forma constante, como lo hicieran los pilotos durante décadas, escuchando las señales acústicas emitidas por radio. Aquel sistema de navegación, antes de la llegada del GPS, hacía que, cuando se desviaban hacia la derecha, escucharan una serie de sonidos cortos, como los puntos del código morse. Si se desviaban a la izquierda los sonidos eran largos, como las rayas del morse. Así evitaban salirse de la aerovía y llegaban al destino deseado. El sistema solo era eficaz manteniendo una sintonía constante con la emisora de radio.
También nosotros tenemos la responsabilidad de mantener la sintonía en todo momento para conducir la nave de nuestra vida a destino seguro. Dios quiere que escuchemos su voz a través de las Sagradas Escrituras, que son como la emisora de radio que nos avisa de continuo si vamos por el buen camino. A veces Dios habla por medio de otras personas, por impresiones y experiencias espirituales íntimas, pero esto solo es posible en constante sintonía con él.  ¡Qué gran privilegio saber que Dios está disponible para indicarnos la dirección exacta de nuestra ruta!
Si te sientes desorientado o crees que eres incapaz de tomar decisiones, escucha con atención la voz de Dios. Así podrás pilotar la nave de tu vida por la vía segura y llegar al destino que el Señor te reserva.

DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2020
UN CORAZÓN ALEGRE
Julián Melgosa y Laura Fidanza
Lecturas devocionales para Adultos 2020

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