sábado, 19 de mayo de 2012

BATE TUS ALAS DE ALEGRÍA


«El avestruz bate alegremente sus alas, pero su plumaje no es como el de la cigüeña» (Job 39:13, NVI).

Prepara tus botas para la acción, Si uno de esos avestruces comienza a perseguirte vas a tener que correr con todas tus fuerzas. Los avestruces pueden alcanzar velocidades de hasta 65 kilómetros por hora. Tal vez Dios les permitió correrían rápido porque no pueden volar.  Sí, los avestruces son unas aves que no pueden volar.
Pero nuestro versículo de hoy dice que el avestruz bate alegremente sus alas. ¿Para qué un avestruz bate alegremente sus alas si ni siquiera puede volar? Tal vez el avestruz está feliz porque siempre está con sus amigos, pues suelen vivir en grupos de cinco a cincuenta individuos. O quizá está feliz por lo rápido que puede corren Sinceramente, dudo que el avestruz esté feliz por alguna de esas razones. Estoy seguro de que está feliz simplemente porque es un avestruz. Dios lo creó para que fuera eso.
A veces podemos sentirnos un poco insatisfechos con lo que somos. Tal vez no nos gusta algo de nuestra apariencia, o nos sentimos frustrados porque no podemos correr tan rápido como alguno de nuestros amigos. Recuerda: Dios te hizo como eres por una razón muy importante. Así que «bate tus alas» de alegría y da gracias a Dios por haberte hecho tan especial.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UNA DECISIÓN DIFÍCIL


De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. (Juan 16:20).

Alrededor del año 2009, mi esposo y yo estábamos desempleados. Eran momentos difíciles especialmente porque teníamos dos niños pequeños que dependían de nosotros. Un día recibimos la noticia que tanto habíamos esperado: mi esposo había encontrado trabajo. Formaría parte de la nueva administración del ayuntamiento de la ciudad donde vivíamos. De allí en adelante todo comenzó a marchar mejor y nuestra situación económica se estabilizó. Pero algo en nuestro interior nos decía que aquel trabajo no era parte del plan de Dios para él.
Nosotros habíamos nacido y crecido en hogares adventistas, donde se nos había enseñado a obedecer la voluntad de Dios. Sin embargo, mi esposo trabajaba de lunes a sábado y eso nos atormentaba. Sabíamos que aquello no era lo correcto. Llegó el momento en que tuvimos que decidir si aceptábamos o rechazábamos obedecer a nuestro Salvador.
Mi esposo decidió renunciar a su trabajo. Yo puse el grito en el cielo y le dije que pensara bien las cosas, llevándolo incluso a dudar de su decisión. ¿Cómo me atreví a hacer tal barbaridad? Afortunadamente el Espíritu Santo, que siempre está a nuestro lado, me hizo reflexionar y recordar un conocido texto bíblico: «Confía en el Señor de todo corazón, y en tu propia inteligencia. [...] No seas sabio en tu propia opinión; más bien, teme al Señor y huye del mal» (Prov. 3: 5, 7 NVI). Finalmente, ambos decidimos que íbamos a ser fieles. Les confieso que terminé limpiando pisos en un restaurante y él trabajando en un hotel, pero estábamos satisfechos y nos sentíamos bendecidos.
Han pasado varios años y para gloria de Dios hoy los dos trabajamos para la Iglesia Adventista. Puedo decir que el Señor no desampara a los que guardan sus mandamientos. Recuerda que tenemos una gran promesa: «De cierto, de cierto os digo que vosotros lloraréis y lamentaréis, y en cambio el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo» (Juan 16:20-23). Al pensar en el pasado me pregunto: ¿Qué sería de nosotros si no tuviéramos en quien confiar? ¡Gracias, mi Dios, por todo lo que haces por nosotros!
Querida hermana, quizá tengas que tomar hoy alguna decisión difícil, pero no te desanimes, confía en el Señor, y él hará.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mayeli Guevara de Hernández

DE FRENTE Y SIN RODEOS - 2


Sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento. Filipenses 2:15, NVI

¿Qué hay de malo en ir al cine? Hace algunos años estaba en un panel en el que se debatía el tema. Los argumentos a favor y en contra iban y venían. Mientras tanto, yo pensaba: «¿Cuánto tiempo más seguiremos debatiendo este tema?». Recordé entonces el sinnúmero de debates similares en los que, como jóvenes, hacíamos a los panelistas la misma pregunta. Y obteníamos las mismas respuestas.
Sin embargo, algo interesante ocurrió en la noche, durante la cena. Unos siete jóvenes compartieron la mesa conmigo. Y la pregunta salió nuevamente a relucir, solo que con un matiz diferente.
—¿Cuál es su opinión con respecto al tema del cine que se discutió esta tarde?
—me preguntaron.
—Creo que no hicieron la pregunta correcta —respondí.
—¿Y cuál es esa pregunta?
—La pregunta correcta es: ¿Seguiremos viendo en nuestros hogares la clase de películas que hoy se proyectan en el cine? Se produjo un corto silencio. Y continué.
—¿Qué sentido tiene que continuemos discutiendo si podemos o no ir al cine cuando el problema es que ahora hemos traído el cine a nuestros hogares? Creo que el diablo está de lo más feliz al vemos perder el tiempo discutiendo durante años qué hay de malo en ir al cine. Más bien, deberíamos preguntar qué hay de bueno en las películas que estamos viendo en nuestras propias casas.
Hubo un nutrido intercambio de opiniones, después de lo cual añadí: 
—¿Ha cambiado Hollywood el contenido de sus películas en los últimos años? 
—Ahora son peores —respondió alguien.
—Correcto —respondí—. Si Hollywood no ha cambiado, entonces somos nosotros los que hemos cambiado. Porque ahora vemos en nuestros hogares lo que antes no se nos ocurría ver en el cine.
¿Cuál es la solución? El versículo de hoy nos da la respuesta. Dios espera que seamos puros, sin mancha, que brillemos como estrellas en el firmamento, en medio de una generación que a lo vulgar le da el nombre de «entretenimiento».
Mientras otros siguen discutiendo si ir o no al cine, ¿por qué no resolvemos, con la ayuda de Dios, no ver imágenes perversas, ni en el cine, ni en nuestra casa ninguna otra parte?
Ayúdame, Señor, a no poner delante de mis ojos nada perverso. (Ver Sal. 101:3)

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EN LA SEMILLA ESTÁ LA VIDA


«Más la palabra del Señor permanece para siempre.  Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (1 Pedro 1:25).

Un hombre poseía una pequeña parcela en la que decidió plantar maíz. A tal fin, fue y compró semillas. Aró el campo y quitó las malas hierbas y las piedras. Luego, mientras andaba por el campo, fue sembrando el maíz. No obstante, no se dio cuenta de que, mezcladas con el maíz, había semillas del arbusto de la mostaza que en esa región crece de manera espontánea. Nadie siembra mostaza a propósito, porque se trata de una planta silvestre.
El maíz brotó y, allí, en medio del campo, sobresaliendo por encima de él, se erguía un arbusto de mostaza. El arbusto creció lozano y vigoroso hasta alcanzar una altura superior a la estatura de un hombre. Durante la temporada de crecimiento, los pájaros volaban hacia el arbusto, que ahora ya parecía un árbol, y encontraban refugio y descanso en sus ramas.
De esta historia podemos extraer varias lecciones. El hombre hizo un buen uso de su campo. Algunas personas descuidan su campo de servicio. Les gustaría que el mundo entero fuera cultivado, pero nunca se involucran en la tarea. El primer lugar en el que tendríamos que sembrar la semilla del evangelio es nuestro propio jardín. Tenemos la obligación de trabajar para que aquellos a quien Dios nos ha confiado de manera específica, empezando por nuestra propia familia, se conviertan.
La semilla, aunque muy pequeña, es una cosa viva. Entre un grano de mostaza y un trozo de cera del mismo tamaño hay una gran diferencia. En la semilla hay vida, aunque no lleguemos a entenderlo. Es un misterio.
Dentro del grano de mostaza está toda la planta reproducida en miniatura. Todas las ramas, todas las hojas, todas las flores y todas las semillas están, en esencia, contenidas en la semilla. Todavía no se han desarrollado, pero están ahí. ¡En la semilla del evangelio se esconden tantas cosas! Mírela. Vea la regeneración, el arrepentimiento, la fe, la santidad, la consagración y la perfección. El cielo está escondido en el evangelio. Así como el Dios eterno estaba en el recién nacido de Belén, en la sencilla expresión: «Cree y vivirás», se encuentran todos los elementos de la justificación y la santificación.
Cuando sembremos y crezcamos con fe, obtendremos árboles de bendiciones. Basado en Mateo 13:31,32.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

viernes, 18 de mayo de 2012

SALTA SOBRE LOS PROBLEMAS


«¿Sabes cuándo dan a luz las cabras montesas? ¿Has visto parir a las hembras del venado?» (Job 39:1).

A mí me encanta ir a las Montañas Rocosas de paseo. ¡Son tan inmensas y hermosas, y están tan llenas de vida silvestre! Uno de los animales que me gusta ver son las cabras montesas. Las cabras montesas son unas cabras grandes y peludas con una barba muy larga. Cuando están en su edad adulta pueden saltar hasta casi cuatro metros de longitud. Trata de ver cuán lejos puedes saltar tú. ¿Pudiste saltar tan lejos como una cabra montesa?
Es un espectáculo único ver saltar a las cabras montesas de una roca a otra por encima de grandes espacios y peligrosos barrancos. Parecieran saber exactamenté cuán lejos y alto saltar para permanecer fuera de peligro.
Dios nos ha dado en la Biblia las historias de muchas personas. Estas incluyen todas las cosas malas y las cosas buenas que hicieron. Dios nos dio estas historias como ejemplos para que nosotros no cometamos los mismos errores que cometieron ellos.
Todos cometemos errores en la vida, pero así como la cabra montesa salta por encima de los lugares más peligrosos de las montañas, Dios quiere que nosotros evitemos la mayor cantidad de problemas que podamos la vida. 
Lee hoy la Palabra de Dios y, al igual que la cabra montesa, salta sobre los problemas que Dios te ha pedido que evites.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NUESTRA GRATITUD.


El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo. (Salmo 103:15).

He tenido la oportunidad de viajar por el sur de México.  En esa Zona es grato contemplar la hermosura de los flamboyanes. Los flamboyanes son árboles grandes que florecen durante los meses de primavera y verano.  Sus llamativas flores ofrecen un espectáculo sin igual al viajero.  Si pasamos por debajo de uno de dichos árboles cuando las flores comienzan a caer, nos parecerá que estamos bajo una lluvia de pétalos y flores. Esto nos invita a reflexionar en lo frágil que es la vida del ser humano. El salmista dijo: «Como la hierba son sus días, florece como la flor del campo». Nuestra juventud también pasará, por lo que debemos aprovechar cada día con el fin de «florecer».
Recuerda que así como las flores caen en su momento, un día nuestra vida también terminará. Mientras eso no suceda, mostremos gratitud al Señor por los años que nos ha dado; por la salud; por la familia; por el trabajo; por nuestro hogar y por los bienes que nos concede.  Asimismo por nuestros hijos, en caso de que los tengamos, e incluso por nuestros amigos.
Nuestra vida puede florecer como una bella flor del campo y con su aroma convertirse en un suave olor de vida para vida. Igualmente la belleza de nuestro carácter podría ser una inspiración para los demás. Con un espíritu amoroso podemos ejecutar los deberes más humildes de la vida como para el Señor» (Col. 3:23). Si tenemos el amor de Dios en nuestro corazón, se manifestará en nuestra vida el suave perfume de Cristo y nuestra influencia inspirará y beneficiará a otros.
Hermana, cuando Jesús venga tendremos que rendir cuentas por todo talento y don que él nos concedió. Aunque te encuentres muy ocupada en los afanes de este mundo, te invito a que te prepares desde hoy. Si acaso deseas florecer en la  patria celestial, debes empezar a hacerlo hoy mismo.
Hoy es un nuevo día. Contempla los árboles, las flores No olvides que como la hierba son los días del hombre que «es como la flor del campo».

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yolanda Fernández De Gómez

DE FRENTE Y SIN RODEOS - 1


Señor muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos. Salmo 25:4

He participado en muchos programas donde los jóvenes preguntan. Sin exagerar, puedo decir que hay dos preguntas que siempre salen a relucir: La primera: «¿Qué hay de malo en los noviazgos con una persona que no comparte tus mismas creencias religiosas?». La otra: «¿Qué hay de malo en ir al cine?». Hablemos hoy de la primera; mañana, de la segunda.
Por lo general, el joven que pregunta qué hay de malo en un noviazgo mixto justifica su inquietud con alguno de los siguientes argumentos:

  • «Noviazgo no es lo mismo que matrimonio»
  • «En mi iglesia no hay suficientes jóvenes de mi edad»
  • «No es adventista, pero es cristiano o cristiana»
  • «Es una buena persona y no se opone a mis principios religiosos»
  • «¡Trataré de ganarlo o ganarla para Cristo!»

El problema con tener un novio o una novia que no sea de tu misma fe es, sencillamente, que en su Palabra, Dios prohíbe estas relaciones (ver 2 Cor. 6:14). No hay armonía entre la luz y las tinieblas. Cuando Jesús nos dice que tenemos que buscar primeramente el reino de Dios y su justicia, lo que nos está diciendo es que Dios tiene que ocupar el lugar central en todos los aspectos de nuestra vida.
Por otra parte, la Biblia nos exhorta a hacer todas las cosas para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Pero ¿glorifica a Dios el joven que une sus intereses a los de una persona que no comparte sus creencias más profundas?
No tengo que ser adivino para saber que tú sueñas con un hogar donde Dios sea el centro, con un cónyuge que ore y estudie la Biblia contigo. Sueñas con alguien que comparta tus creencias religiosas, que asista contigo a la misma iglesia y que te apoye al instruir a tus hijos en los caminos de Dios. Sin embargo, ¿cuáles son las posibilidades de que estos sueños se hagan realidad al lado de un cónyuge incrédulo? ¿O al lado de una persona con ideas religiosas diferentes a las tuyas?
Dios merece el primer lugar en tu vida, incluyendo tu noviazgo y tu matrimonio.  Dale a Dios el lugar de honor y él te honrará colocando en tu camino a la persona idónea que te acompañará el resto de tu vida.
Padre celestial, quiero honrarte con mi noviazgo y matrimonio. Ayúdame a lograrlo

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

DE LO PEQUEÑO SALE LO GRANDE


«Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros pedid todo lo que queráis y os será hecho» (Juan 15:7).

Cuando mi esposa todavía era adolescente, alguien le regaló un broche con un grano de mostaza encerrado en una cápsula de cristal. Ya no lo utiliza, pero sigue guardándolo dentro de un estuche, con otros recuerdos. Cada vez que lo veo, recuerdo la parábola que Jesús narró para explicar la diferencia entre su reino y los del mundo.
«Es tan pequeño como un grano de mostaza». Era una expresión muy común que en la época de Cristo se utilizaba para describir algo muy pequeño pero con un gran potencial. Hablando de cosas pequeñas, los fariseos estaban satisfechos de que muy pocos judíos reconociesen a Jesús como el Mesías. Antes que él, otros «cristos» y profetas habían pasado sin pena ni gloria y esperaban que ese también fuera su caso.
La lección de la parábola no era que la mostaza es la semilla más pequeña del mundo. Tampoco enseñaba Jesús que su árbol es el mayor de todos. Jesús no hablaba en términos de agricultura. Aunque pequeña, la semilla de mostaza no lo es más que una de zanahoria. Y, si lo comparamos con un roble o un cedro, el árbol de la mostaza no es especialmente alto; en realidad, no se trata de un árbol, sino de un arbusto.
Jesús ponía en contraste los principios de su estilo de vida con los principios del mundo. Son tan distintos que no había ningún reino temporal que le fuera útil, por lo que acudió a la naturaleza y se valió de la ilustración de una semilla. Como en el entorno los arbustos de mostaza eran habituales, al verlos, la gente podía recordar la lección.
Muchos de los enemigos de Cristo pensaban que el joven Maestro y sus discípulos acabarían cayendo en el olvido. Poco imaginaban que el mensaje que escuchaban se predicaría con poder, que por el Espíritu Santo en un día se convertirían miles y que antes del regreso de Jesús el evangelio llegaría a todos los rincones del mundo.
De las pequeñas bendiciones salen las grandes. Quizá a veces sienta que su vida espiritual es pequeña y carece de importancia para los demás; pero, al igual que la semilla de mostaza, Dios hará que crezca.
Señor, no tendré miedo de ser tan solo un grano de mostaza. Basado en Mateo 13:31,32.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill