jueves, 5 de enero de 2012

EL PODER DE LAS PALABRAS

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación (Efesios 4: 29).

Durante la Segunda Guerra Mundial podía leerse en las paredes de muchas fábricas de armamento ubicadas en Estados Unidos un letrero que decía: «Los labios abiertos hunden barcos». Con lo difícil que resulta en ocasiones conservar las relaciones familiares y de amistad, quizá deberíamos mantener dicho refrán en mente, aunque modificándolo de la siguiente manera: «Los labios abiertos destruyen relaciones».
Si buscas en el Diccionario de la Real Academia la palabra «corromper» verás que significa «alterar», «trastocar», «dañar», «echar a perder», «pudrir», «viciar». Así como cuando algo está podrido lo sabemos de inmediato, cuando se pronuncian palabras «corrompidas», su impacto contamina el ambiente. Las palabras que tienen el aroma más desagradable son aquellas de naturaleza negativa, cargadas de enojo y odio, que van dirigidas contra otras personas. En vez de contaminar el ambiente con palabras malsanas, echándolo a perder, llenémoslo con una palabra que sea buena para edificar a los demás de acuerdo a sus necesidades.
Quizá algún miembro de tu familia necesite escuchar palabras de ánimo o de agradecimiento. D. Rainey, en su libro Moments Togetherfor Couples [Momentos juntos para las parejas] presenta una sencilla actividad que practican ocasionalmente en su familia. Él la ha denominado «lluvia de elogios», añadiéndole al final la palabra «para» seguida del nombre del miembro de la familia a quien estaría dedicada. Durante dicha actividad todos, desde el más pequeño hasta el mayor, se colocan alrededor de la mesa del comedor para decir algo positivo del miembro a quien dedican la reunión de esa noche. Han comprobado el efecto positivo de dicha actividad, a la vez que reconocen que todos necesitamos la aceptación y el aprecio de nuestros seres queridos.
«Las palabras bondadosas son como rocío y suaves lluvia para el alma. La Escritura dice acerca de Cristo que se concedió gracia a sus labios, para que supiera hablar palabras al cansado (Isa. 50: 4). Y el Señor nos ordena: "Sea palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno" (Col. 4: 6)» (El Hogar Cristiano, cap. 71, p. 416). ¿Qué te parece si esta noche pones en práctica una «lluvia de elogios» para así fortalecer las relaciones en tu hogar?
Padre celestial, ayúdame a cuidar las palabras que salen de mi boca, pues sé que tienen poder para destruir, o para construir. Amen.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Ina Price, Psicologa.

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