viernes, 2 de marzo de 2012

UN TRABAJO SUCIO

Volveré mi mano contra ti, limpiaré hasta con lejía tus escorias y quitaré toda tu impureza. (Isaías 1:25).

El campamento anual de Conquistadores había llegado. La lluvia seguía cayendo, al igual que las temperaturas. El frio venia acompañado de una capa de niebla que cubría los pinos y las rocas.
La aventura de acampar era una especie de pesadilla para Mathew, un caso nada fuera de lo normal en jóvenes de su edad. Era un chico alto, delgado, de hombros ligeramente encogidos y brazos largos; aficionado al baloncesto y muy interesado en las chicas. Estaba ansioso por ganar su propio dinero; era altivo y un poco rebelde. Probablemente sus planes de vacaciones de verano no incluían aquel campamento. Se podría decir que asistía en contra de su voluntad.
Por lo general se alejaba del grupo, excepto a la hora del desayuno, del almuerzo y de la cena. Arrasaba con toda la comida y se quedaba con hambre. Cuando llegaba la hora de los deberes Mathew realizaba su acto magistral: «desaparecía». Sin embargo, algo me llamo la atención respecto a su actitud: estaba dispuesto a hacer una tarea que los demás chicos del campamento rehusaban realizar. Mathew se ofrecía a diario para botar la basura. Su tarea era tediosa y la mayor parte de las veces debía hacerlo bajo la lluvia. Lo que el quería era manejar el vehículo destinado para ese trabajo, aunque el trayecto no era muy largo. Mathew creía y estaba seguro de que aquel sacrificio valía la pena, tomando en cuenta el placer que obtenía al manejar aquel vehículo, aunque fuera dentro del campamento. La actitud de este joven me lleva a reflexionar en el sacrificio realizado por Jesús al morir en la cruz del Calvario por ti y por mí. Para él valía la pena limpiarnos del pecado con su sangre. Ese fue su objetivo principal. Jesús está dispuesto a entrar en tu corazón, a tomar todos los desperdicios que haya en el para llevarlos no hasta el basurero mil cercano, sino hasta lo más profundo del mar. El Señor no lo hace por una satisfacción temporal como la de Mathew ¡sino por el gozo de verte limpia y renovada!
Ábrele la puerta de tu corazón a Jesús. ¡Permítele entre y saque de tu vida todo lo sucio e inservible!

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yoela Murillo

No hay comentarios:

Publicar un comentario